23.1.12

Las PYME en España como factor de solución ante la crisis

El concepto de PYME en la UE y en España es muy amplio y agrupamos en esta división a excesivo número de empresas, que además no dejamos luego estar bien representadas en los órganos de decisión. 

En la UE y en España una empresa pertenece al grupo de PYME hasta los 250 trabajadores, con unos baremos por facturación que en poco cambian esta división. En algunos países de América este concepto es distinto pues en cuanto superan los 100 trabajadores se consideran grandes empresa. Tal vez una división más correcta para Europa sería fijar la división en 200 trabajadores, para no posicionar el 99,88% de las empresas españoles dentro del concepto PYME, con poca voz y menos voto.

El 52% de las empresas en España no tienen asalariados que no sean los gerentes o autónomos. Un 43% tienen entre 1 y 9 trabajadores. Un 5% dispone entre 10 y 49 asalariados. Un 0,7% entre 50 y 249 trabajadores. Y solo un 0,12% de las empresas españolas (poco más de 4.000 entre más de 3 millones) tienen en su nómina más de 250 trabajadores.

Un 7% de las PYMES son industriales, un 15% del sector de la construcción, más del 24% de comercio y casi el 54% del resto del sector servicios.

Son sin duda el segmento empresarial por tamaño que sustenta el empleo en España y en toda economía de mercado, pero en cambio y tal vez por ser un amplio paquete muy heterodoxo, no está bien ayudado y correctamente representado.

En nada se parecen las necesidades de un autónomo de una pequeña empresa que comienza con 2 trabajadores de una empresa perfectamente asentada a las de una empresa con 200 personas en sus nóminas. Sus problemas y las soluciones a los mismos son bien distintas. 

Una PYME lo tiene muy complicado para poder exportar, pero no es lo mismo según tamaño de la misma y segmento industrial o de servicios sobre el que se mueva. Una gran labor pendiente en España es conseguir que nuestras empresas no sean tan pequeñas, casi enanas. Hay que crear mecanismos y reformas legales que faciliten más la ampliación de microempresas para ampliarlas de tamaño hasta acercarlas al tamaño de medianas. 

La producción de una microempresa por trabajador es aproximadamente de un 50% de media del que tiene una empresa grande y un 35% inferior a la producción de una empresa mediana, por la particulares formas de organización en su propia producción. Nada tiene que ver aquí el esfuerzo de cada tipo de trabajador, que incluso será más alto en las empresas muy pequeñas.

Mientras que el Reino Unido tiene un 50,1% de empresas micro y pequeñas, en España tenemos un 70,2%. En Alemania tienen un 50,8% y en Francia un 56,6% y en Portugal casi un 75% y en Italia un 67%. Estos datos no explican el altísimo desempleo en España, pero denota una clara diferenciación entre países, su tipo de industria y resultados económicos finales en forma de PIB.

¿Beneficiamos el riesgo en España o en cambio lo penalizamos a perpetuidad si se fracasa? Tal vez un gran fallo en nuestra cultura es el de la penalización excesiva ante el fracaso, que estigmatiza en muchos casos de por vida todo proceso de emprender que fracasa. En la misma medida que creemos como positivo no cargar con excesivos impuestos los beneficios empresariales para que no se deje de emprender, no somos capaces de comprender que el crecimiento empresarial es beneficioso para los países y que hay que apoyarlo sobre todo cuando fracasa. Tal vez con impuestos especiales sobre beneficios futuros, que sirvieran para apoyar a empresarios que fracasan una vez o varias, si antes ellos mismos se han sometido a diversos controles, apoyos en sus riesgos y formación, revisión de los proyectos antes de ser admitidos en ese fondo de apoyo, etc. ¿Qué tal mecanismos de la UE que sirvan de garantías recíprocas en empresas que deseen crecer y se sometan a estudios (serios) de viabilidad y control?

Es incidir y regular el mercado que por propia filosofía quiere ser libre, efectivamente, pero es también una manera de provocar el emprendimiento, el riesgo y crecimiento, sin que el fracaso suponga siempre el despido masivo de trabajadores y el embargo selectivo de los bienes del empresario. Que por desgracia siempre caen sobre las cabezas de pequeños empresarios y casi nunca sobre medianos o grandes empresarios que saben perfectamente salirse de los riesgos por la puerta de atrás.