21.10.08

Reír, hay que reír, hay que curarse con la risa como medicamento.

No es fácil reír, no es sencillo encontrar lugares en donde la sonrisa, la carcajada, el buen humos esté repartiéndose para que podamos ira allí a pillar cacho.

La risa cura, sana tanto que dicen que casi como hacer el amor, y encima no hay que ducharse. Todo un lujo.

El humor literarios nunca me ha enganchado, no está muy logrado, pero hay chistes de algunos dibujantes españoles que son una auténtica maravilla.

El comic sencillo, sirve cuando menos para hacer sonreir que ya es algo importante. No tenemos ya ni a Hermano Lobo ni a La Codorníz, pero nos queda El Jueves. 

No pasa el tiempo por sus historietas. No la tire, las relea dentro de unos años, volverán a encandilarle.

Programas de humos en televisión hay, y casi todos nocturnos para que nos podamos apagar con una sonrisa. No los pierda de vista, son mejores que el Orfidal.

19.6.08

El vuelo de las cigüeñas

¡Qué rápido pasa el tiempo! Parece que fue ayer cuando mi vida dio un giro de ciento ochenta grados. Como cuando vas por una calle y tuerces la esquina. De repente ya no ves lo que antes tenías delante. El panorama es distinto, lo que era presente y futuro se ha convertido en una imagen del pasado que se borra en un abrir y cerrar de ojos. Sin embargo, hay recuerdos que permanecen aferrados a nuestra vida. Como aquel día.

Así empieza el nuevo libro de una amiga, de una escritora que me ayuda a aprender. Sé lo que le costó publicar el primer libro, y cómo ahora, los "niños" van saliendo a la calle con más decisión, con más soltura. Esto de escribir es sencillo, pero lo de publicar muy complicado, así que lo mejor es disfrutar de lo más fácil de todo, escribir y escribir, soñar con letras y no con papel.
El vuelo de este nuevo libro es largo, es profundo, es como otros suyos, un trabajo dirigido a los adultos de 12 años.

3.6.08

La mirada de la señora con gel

La joven señora de colores me miraba con punzones que taladraban pero no decía nada, simplemente medía con una reglita pequeña sobre la pantalla, y volvía a girar sobre la tripa su mano, y miraba y giraba y medía.

Cuando le pregunté me dijo que no hablara, que debía estar callado, pero yo gritaba sin sonido y ella me taladraba. 


Dejó de girar su mano y me tendió un amplio papel para limpiar de gel mi barriga.

¿Qué tal está mi corazón dilatado?