Lo cierto es que si no llega a ser por un compañero, autodefinido él mismo como austríaco, no habría llegado a saber tanto de esta escuela económica. La Escuela Austríaca de EConomía.
Posiblemente, aun siendo la más asignada en gran parte de los círculos económicos (al menos sí muchas de sus ideas), en el plano educativo de la economía básica, la escuela austríaca así como Hayek o Mises son unos grandes olvidados.
Hay una razón para ello, aunque para mi es incorrecta. Y es que su escuela es heterodoxa, es decir no se ajusta al canon del resto de escuelas económicas, que basan su idea y conocimiento en modelos.
Todo el argumento austríaco es discursivo, no creen en modelos económicos, y se distancian mucho de estudios econométricos/estadísticos (lo cual no quiere decir que no los hagan o usen, pero si son muy críticos con estos).
El argumento clave de esta escuela es básicamente la opuesta al keynesianismo o al monetarismo, pues dicen que la mejor aportación al sistema económico que se puede hacer desde instancias superiores (sector público o bancos centrales) es no hacer nada.
Su argumento se basa bastante en la toma de decisiones de los individuos y los precios relativos, en la posición del ahorro frente a la inversión y a mantener la economía bajo una libertad estricta que permita a los individuos poder tomar las mejores decisiones, sabiendo el precio real de todo producto. Cualquier actuación pública hace variar los precios relativos y eso acaba fastidiando todo el sistema (ahorro, inversión, consumo).
Con tipos de interés bajos las inversiones se hacen muy rentables lo cual, bajo nuestro sistema financiero, permite una sobreinversión en sectores que pueden crear burbujas, endeudamiento y en última instancia crisis.
Lo cierto es que como describía en otro artículo, la escuela kaynesiana y austríaca no se diferencian tanto en sus raíces. Podemos hablar de ellas como los típicos hermanos cabreados que jamás llegarán a hablarse.
Las dos parten de la tradición "Milliana" de la economía, la cual, en oposición al empirismo predictivo, basaba la validación de la teoría en la validez de los primeros argumentos de los que deducían la teoría (las premisas) y no en una validación posterior a partir de estudios que refutaran la propia teoría.
La diferencia es que mientras el empirismo introspeccionista (línea keynesiana) basaba la validad de sus premisas por una evidencia empírica, aunque sea evidencias internas, la línea austríaca la basaba en hechos que, para ellos, eran innatamente verdad, los llamados “principios sintéticos a priori” que no necesitan ningún tipo de validación.
Por ejemplo, para los keynesianos es una premisa evidente el decir que una parte de lo que se gana como renta se dedica a consumir y otra a ahorrar. Esto es algo obvio que no necesita ningún tipo de estudio. A partir de aquí se pueden sacar generalizaciones a través de modelos económicos.
En la línea austríaca tendríamos por ejemplo: Toda acción viene motivada por algo, es decir, tiene un propósito. También algo evidente.
No, la diferencia no es grande, es simplemente un matiz. Y lo que verdaderamente separaría a las dos escuelas sería el modo normativo (como debe ser) de ver la economía.
En el modo positivo (es decir, en la explicación de lo que es y de cómo funciona la economía) la escuela austríaca tiene muchos aciertos. Sus libros discursivos y de ensayo (aunque no por ello es una lectura más fácil) son profundos y muy correctos.Su crítica a la agregación macroeconómica me parece razonable, su visión de un capital heterogeneo muy lógica, y la diferencia entre inversiones buenas y malas, aun con matices, correcta. Sin embargo bajo mi experiencia, llega un momento en el que intenta imponer tras páginas y páginas de lógica incorregible una conclusión que no lo es tanto, en un movimiento que se aleja de la neutralidad con la que intentan plagar el texto.
Keynes por su parte también hacía libros discursivos y era más parecido a la línea austríaca que a los economistas clásicos. Pero sus razonamientos se hicieron mucho más modelizables (gracias, sino me equivoco a Hicks).
Que hay un sobre endeudamiento en el sistema derivado de muchos años invirtiendo en la burbuja es algo que todos entienden. El cómo hemos llegado a ello, (con muchos matices) es algo que también suele concordar. El problema es que para los austríacos lo fundamental ahora es que el ahorro se vuelva a sobreponer sobre la inversión, que el endeudamiento se acabe y el sistema vuelva a ser tan perfecto como en su teoría debería ser. Mientras para los keynesianos ese incremento de ahorro ahora nos llevaría de forma agregada a una crisis aun mayor por lo que hay que hacer es justamente lo contrario, impulsar el consumo.
Aparte de los muchos problemas que le veo a la escuela austríaca (y en este artículo solo hablo de sus virtudes), hay un elemento que llegué a leer que terminó por decantarme por la escuela de Keynes. Y es que no creían en el comportamiento circular explosivo de la economía.
El argumento de Keynes es que si ahora mismo aumento el ahorro, esto llevará a un descenso en el consumo, lo cual hace que se venda menos, lo cual implica que más empresas tienen que cerrar o despedir a gente, con lo que mucha gente se va al paro, y el ahorro, de forma agregada, baja (o mucha gente no puede hacer frente a su endeudamiento)
Los austríacos no creen en esta serie de movimientos de aglomeración explosiva (no digo todos, pero lo llegué a leer como argumento principal), mientras que yo los considero básicos.
Mientras los austríacos consideran que se debe perseguir siempre el estado de libertad y competencia perfecta, aunque para ello tenga que bajar la producción un 10% de golpe, aunque por el camino se pierdan empleos, los keynesianos consideran que el sistema está lleno de ineficiencias derivadas de desigualdades iniciales, imperfecta información (imperfecta y desigual), poder de mercado (es decir, ya de base no creen en la competencia perfecta derivada de la simple libertad individual), y prefieren disminuir el endeudamiento a largo plazo, aludiendo a que, la mejor forma de pagar tu endeudamiento es tener un ahorro con la que poder hacerlo.
Podriamos tener a Hayek como el polí malo de la película: Si quieres invertir, primero ahorra. Si hay crisis no hay varitas mágicas que solucionen nada. Los atajos pasan factura… Y a Keynes como el poli bueno: Yo te ayudo ahora pero luego tienes que valertelas por ti mismo. Sé que lo has hecho mal pero no te voy a dejar sin cenar. Lo cierto es que necesitamos de los dos.
O al menos (y no estoy siendo tendencioso), las dos son formas diferentes de ser o educar, presentes aun hoy día y que van más allá de lo que a economía se refiere.
El estado de competencia perfecta de los austríacos no es el mismo que, por ejemplo la escuela de Chicago (para mi estos ya son simples irracionales y ciegos obtusos). Por decirlo de forma rápida. Para Keynes la presencia de los monopolios implica que hay un poder de mercado en manos de una empresa y que sería mejor regularla (como ya se hace).
La escuela de Chicago diría que si hubiera verdadera libertad económica no habría monopolios (para mi esto es una tontería como u pico de grande). Para los austríacos (más conscientes de la realidad) la presencia de monopolios puede surgir en libertad económica pero para ellos no es ningún problema, ni implica ningún perjuicio para la sociedad. Para ellos, todo lo que se deriva de la libertad económica estará bien.
Por otro lado, la escuela austríaca tiene, a su vez, muchos seguidores y algunos muy diferentes. No me gusta mucho que se tome a Hayek y Mises como los líderes de la verdad absoluta e incluso hay gente dentro de la escuela que también lo crítica. Los keynesianos por su parte hace tiempo que se desligaron un poco de Keynes, de lo que solo se mantiene su “forma de ver” la economía.
En definitiva, tanto Keynes como Hayek, a menudo exponentes máximos de escuelas enfrentadas siguen hoy de actualidad, lo cual considero que es signo no ya de que ninguna escuela ha conseguido triunfar sobre la otra, sino de que muy posiblemente las dos puedan tener su trocito de razón. La reconciliación es imposible pues su forma de entender la política es diametralmente opuesta.
Muchos blogs y académicos se pasan horas criticando al contrario. Solo hay que ver la cantidad de artículos que hay dedicados a difamar contra Krugman y sus ideas. Por eso creo que los que estamos en medio tenemos que ser lo suficientemente sensatos como para pasar por en medio, coger lo mejor de cada casa y salir pitando de allí. Aunque en mi caso, defensor del nuevo keynesianismo, coja más cosas de una que de otra .
PD: Creo que ya los he recomendado alguna vez, pero es que ahora vienen perfectos. Los Rap’s de Keynes Vs Hayek. Una visión muy satírica y humorística de esta infinita batalla: Aquí la primera parte. Y aquí la segunda. Este último es mucho mejor, más diálogos y con un final tremendamente cierto.