La diabetes mellitus tipo 2 o diabetes del adulto (conocida anteriormente como diabetes no-insulino dependiente) es una enfermedad metabólica caracterizada por altos niveles de glucosa en la sangre, debido a una resistencia celular a las acciones de la insulina que nosotros producimos de forma natural, combinada con una deficiente secreción de insulina por el páncreas.
Por lo general, la diabetes tipo 2 se desarrolla gradualmente, poco a poco, debido a que el páncreas se va deteriorando con el tiempo, por la sobreproducción de insulina en primera instancia y posteriormente por el déficit.
Algunos factores de riesgo que predisponen a un individuo a desarrollar diabetes mellitus tipo 2 incluyen:
Los antecedentes familiares y la genética (juegan un papel importante)
Un bajo nivel de actividad (sedentarismo)
Una dieta deficiente
Peso excesivo, especialmente alrededor de la cintura
Etnia (las poblaciones de afroamericanos, hispanoamericanos e indígenas americanos tienen altos índices de diabetes)
Edad superior a 45 años
Intolerancia a la glucosa identificada previamente por el médico
Presión arterial alta (Hipertensión)
Colesterol HDL de menos de 35 mg/dL o niveles de triglicéridos superiores a 250 mg/dL (Dislipidemia)
Antecedentes de diabetes gestacional en las mujeres.
La diabetes es causada por el problema de como el cuerpo produce o utiliza la propia insulina. La insulina es necesaria para mover el azúcar en la sangre (glucosa) hasta las células, donde ésta se almacena y se usa posteriormente como fuente de energía.
Por lo general, la diabetes tipo 2 se desarrolla lentamente con el tiempo. La mayoría de las personas con esta enfermedad tienen sobrepeso en el momento del diagnóstico.
Síntomas frecuentes de la diabetes tipo 2
Con frecuencia, las personas con diabetes tipo 2 no presentan síntoma alguno en los estados iniciales de la enfermedad.
El primer órgano que suele verse afectado es la vista, pues se pierde visión.
Algunas manifestaciones inespecíficas incluyen fatiga, sensación de cansancio, náuseas y vómitos.
A todos los pacientes diabéticos debe insistírseles en crear o mantener hábitos saludables de vida, principalmente restringir el consumo de hidratos de carbono, eliminación del hábito de fumar y restricción del consumo de bebidas alcohólicas y sal.
Se pueden reducir los riesgos de complicaciones a largo plazo debido a la diabetes, con muy diversas medicaciones y controles que te realizará el médico de familia.