Sobre todo admitiendo que el idioma corporal es muy complejo de controlar, pues nuestras expresiones son muchas veces tan naturales que salen sin que hagamos “casi” nada por expresarlas.
Normalmente cuando más importante es intentar transmitir bien, más nerviosos nos ponemos y por ello menos poder de control tenemos sobre nuestro idioma corporal.
Aunque pensemos lo contrario, se calcula que el 98% de lo que comunicamos lo hacemos de forma NO verbal, a través de gestos, movimientos, con nuestra presencia, nuestras formas y modos. Si tenemos en cuenta que el 35% de lo que decimos es de forma verbal y otro 55% lo configuran nuestras expresiones faciales y posturas, nos queda un 10% que se transmite simplemente con nuestra presencia o nuestra imagen.
En ese 35% de comunicación verbal está sumado el tono, la velocidad, los silencios, la musicalidad de nuestras intervenciones, el genio modular de cada párrafo, etc.
Toda esta suma hace que sobre un 70% de nuestras formas de comunicación corporal sean las responsables del éxito o fracaso en cualquier tipo de negociación. Para nosotros, para nuestras ideas o proyectos, o para gestiones encargadas por otros.
No hay una sola manera de enseñar expresión corporal o facial, aunque existen consejos que pueden servir para un tipo de comunicación pero no para otro. Depende de muchos factores. Del tema a negociar, de con quién se está negociando, desde qué postura, deseando obtener uno u otro resultado distinto, del entorno, del espacio, del tiempo del que se dispone para comunicar, etc.
El mejor consejo de todos sería “practicar” y equivocarse. Aprender a costa de muchos errores, pero lo malo es que este sistema es el más caro de todos.
Aunque pensemos lo contrario, se calcula que el 98% de lo que comunicamos lo hacemos de forma NO verbal, a través de gestos, movimientos, con nuestra presencia, nuestras formas y modos. Si tenemos en cuenta que el 35% de lo que decimos es de forma verbal y otro 55% lo configuran nuestras expresiones faciales y posturas, nos queda un 10% que se transmite simplemente con nuestra presencia o nuestra imagen.
En ese 35% de comunicación verbal está sumado el tono, la velocidad, los silencios, la musicalidad de nuestras intervenciones, el genio modular de cada párrafo, etc.
Toda esta suma hace que sobre un 70% de nuestras formas de comunicación corporal sean las responsables del éxito o fracaso en cualquier tipo de negociación. Para nosotros, para nuestras ideas o proyectos, o para gestiones encargadas por otros.
No hay una sola manera de enseñar expresión corporal o facial, aunque existen consejos que pueden servir para un tipo de comunicación pero no para otro. Depende de muchos factores. Del tema a negociar, de con quién se está negociando, desde qué postura, deseando obtener uno u otro resultado distinto, del entorno, del espacio, del tiempo del que se dispone para comunicar, etc.
El mejor consejo de todos sería “practicar” y equivocarse. Aprender a costa de muchos errores, pero lo malo es que este sistema es el más caro de todos.
Debemos entender qué es el espacio personal mínimo entre personas para utilizarlo de una forma o de otra. Espacio que nunca es el mismo según muy diversos factores.
Debemos controlar la postura corporal que debemos tener en cada momento. Qué tipo o de sonrisa o no debemos emplear. De qué manera la mirada nuestra y su objetivo influye y mucho en el comportamiento del otro. Las diferentes maneras de mover brazos y sobre todo manos. La forma de vestir, de oler o de peinarse. En realidad estamos hablando de teatro. Y admitirlo es un buen paso. El Teatro es un Arte.