7.8.25

Golpes de calor y salud mental. Cómo afectan las altas temperaturas


Con la llegada del verano intenso y las temidas olas de calor, no solo debemos prestar atención a los efectos físicos del calor extremo, sino también a su impacto en nuestra salud mental. Las personas con enfermedades crónicas —ya sean cardiovasculares, respiratorias, renales, mentales o por consumo de sustancias— deben extremar la precaución durante estos periodos.

¿Qué es un golpe de calor y cómo puede afectar psicológicamente?

El golpe de calor se produce cuando el cuerpo pierde su capacidad para regular la temperatura interna, alterando el equilibrio térmico o homeostasis. Este desajuste puede provocar síntomas físicos como mareos, debilidad, deshidratación, confusión o apatía… pero también aumentar los niveles de ansiedad, irritabilidad o tristeza.

Muchas personas experimentan síntomas similares a los de un ataque de ansiedad, lo que puede generar un círculo vicioso. La sensación de falta de aire, el pulso acelerado o los mareos pueden ser interpretados como una crisis emocional, cuando en realidad el origen es fisiológico por el calor extremo.

Factores que pueden agravar la ansiedad durante el verano

Exposición social forzada

El verano implica más vida en la calle, más actividad social, más cuerpos expuestos por la vestimenta ligera... Para personas con ansiedad social, trastornos de la imagen corporal o inseguridad, esto puede resultar agobiante.

Soledad no deseada

El verano también puede aumentar la sensación de aislamiento, especialmente en personas mayores o con movilidad reducida que no pueden salir durante las horas más frescas.

Aumento de síntomas físicos

El calor exacerba malestares como el insomnio, el agotamiento, el dolor de cabeza o el mal humor. Todos ellos pueden alimentar un estado de ansiedad o depresión, aunque no exista un motivo emocional concreto.

Consejos para proteger tu salud física y emocional en días de mucho calor

Hidratación constante: Bebe agua frecuentemente, incluso sin sed. Evita alcohol, bebidas azucaradas o muy frías.

Protección solar y comodidad

Usa gorra, gafas de sol y ropa ligera de colores claros.


Alimentación ligera

Opta por comidas frescas como ensaladas, frutas, verduras cocidas y alimentos de fácil digestión.


Ventila tu casa inteligentemente

Abre ventanas durante las horas más frescas (mañana y noche) y mantén persianas bajadas durante el calor. Usa ventiladores o aire acondicionado si es posible.


Evita esfuerzos físicos al sol

No salgas a caminar, hacer deporte ni a realizar gestiones en las horas centrales del día.


Busca espacios tranquilos

Encuentra lugares frescos y silenciosos donde puedas descansar o desconectar si sientes saturación.

 El impacto psicológico del calor prolongado

Estudios recientes muestran que las altas temperaturas sostenidas afectan al estado emocional general. Durante una ola de calor prolongada, es común experimentar:

Aumento de la irritabilidad o el mal humor

Desánimo o desgana para realizar tareas habituales

Mayor dificultad para concentrarse o tomar decisiones

Insomnio o sueño poco reparador

Sensación de estrés continuo o pensamientos negativos

Cuidar el cuerpo también es cuidar la mente

El calor extremo afecta tanto al cuerpo como a la mente. Si padeces ansiedad, depresión o alguna condición crónica, presta atención a los cambios que sientes durante los días más calurosos. Y recuerda que cuidarte con pequeños gestos diarios, puede hacer que se logren muy buenos resultados y una gran diferencia. Si notas que los síntomas emocionales se intensifican o se vuelven difíciles de manejar, no dudes en pedir ayuda a un profesional de la salud mental. 

El verano también es tiempo de autocuidado.

Julio y Laura Puente