26.9.14

Nunca te rindas aunque te sientas un simple peón

En la vida, ante ella, debemos admitir todos que papel nos corresponde. Por muy diversos motivos nos vamos colocando —al crecer— ante un papel determinado del que se puede salir o entrar, pero del que siempre debemos admitir que es nuestro punto de partida.

Podemos ser peones o damas, alfiles o fortalecidas torres, pero nada hay mejor que cumplir con nuestro papel dignamente e intentar crecer si así lo deseamos. 

Y admitir que hay que cumplir el papel que nos corresponde con la mayor entrega posible. Tan válidos es un peón bien colocado que un alfil esperando agazapado a salir de su casilla.

Y si no nos gusta el papel que nos corresponde, si creemos que hay que cambiar, sin duda, hay que buscar ese cambio, hay que modificar nuestra posición ante el tablero de la vida.

Siempre que llueve se mojan los mismos, siempre entre los charcos encontraremos a los amigos peones de la vida. 

No queda otra que ir acostumbrándonos a soportar las tormentas de la vida con buena cara, para no tener que sufrir por lo que consideramos inevitable. 

Siendo peón también se puede ser feliz, sin que nos tengamos que sentir derrotados nunca.

Pero hay que insistir, si no se quiere ser peón, hay que pelear con uno mismo lo primero, para lograr otra posición, otra forma de encarar la partida de la vida.