En las empresas y dentro de nuestros equipos humanos nos podemos encontrar perfiles de personas que realmente sean muy tóxicas para el ambiente del grupo o para el de la empresa. Detectarla, saber cual es el motivo para que se estén comportando de esa manera, intentar reconducir sus perfiles de grupo, es una tarea importante para lograr que los equipos funcionen bien.
Su toxicidad incide en otros compañeros y por ello en la calidad de la empresa.
Es habitual tener al típico "listo" al que todo le viene pequeño, que se las sabe todas, que siempre critica los métodos de cambio, que no está por la labor de ayudar en las modificaciones. No suele dar la cara en las reuniones sino que espera a estar a solas con los compañeros para criticar los procesos. Su actuaciones contaminan gravemente los procesos de trabajo en equipo y no hay posibilidad de entenderse con ellos. Es imposible el diálogo ni aumentando su autoestima. La soluciones siempre son duras en estos casos.
Es posible tener también al líder escondido, al que sabe que domina al grupo y que tampoco habla cuando se plantean los trabajos en equipo. Sus reuniones las organiza él. Es el perfil del que se cree con derecho a ser jefe pero que no lo ha podido ser. Suele ser un buen profesional, aunque no esté dispuesto a cumplir las órdenes de la dirección. Hay que hablar con él e intentar que reconduzca sus posturas. Si no se aviene a razones es también un perfil muy complicado de reconducir.
En los equipos tenemos también el clásico "poderoso" integrante que sabe de su poder por algún motivo curioso o complicado de asumir. El que sólo él es capaz de hacer una función determinada o el que está enchufado por el “supremo” o el que fundó la empresa y se sabe tan importante como las columnas. No hay que darle más poder que al resto y tal vez el ningunearlo sea la solución si de verdad su poder de permanencia es tan alto como se presume. Es un perfil que si no tiene influencia sobre otros compañeros es posible integrarlo en el equipo.
Por último y dejando abandonados a otros perfiles tóxicos tal vez menores, está el que va por libre, el que está convencido de que sus fórmulas son mejores que las del que manda, el que no quiere hacer lo que le mandan y busca la vuelta a las órdenes. Es un perfil a controlar de cerca, a integrar y hablar con él, una persona a la que hay que formar y actualizar para que comprenda que los trabajos en equipo no son formas caprichosas de organizarse para ganar más sino a veces también para trabajar mejor.