A veces el dolor se vuelve oscuridad, se torna tristeza inmensa y se rompe algo por dentro que te atolondra y te hace todavía más débil. Es el momento del peligro. Son los instantes en los que todo parece tomar luz y uno se equivoca pensando que ya ha encontrado la solución fácil.
Nada es sencillo, tampoco vivir. Pero a veces lo complicamos nosotros mismos un poco más. Retírate. Solo unos centímetros. Deja de pensar con un lado cerebral y cambia de lado. Tranquila, relájate, no te pido nada extraordinario, sólo que respires profundamente y pienses. Tú depende de tí. Y eso es fabuloso pues nadie te peude mandar. Solo tú.
¿De verdad ya no puedes hacer nada más que lo que has hecho hasta ahora? No. Lo sabes. No. Eres muy capaz de hacer más, aunque sea muy complicado. Simplemente manda un emoticón a un amigo. No esperes respuesta. Eso no. Simplemente piensa que a él le has hecho sonreir. ¿No te parece suficiente?
Toma una libreta, de papel o digital, y apunta lo que estás pensando ahora mismo. No lo guardes, lo lees una vez escrito y lo vuelves a leer otra vez más. Luego lo rompes. O lo guardas. O te ríes de lo que has escrito. ¿Cuánto hace que no has acariciado a un perro o a un gato? ¿y visto una película con el sonido a tope? ¿cuánto hace que no te has masturbado? ¿y tomado un copazo? ¿y mirado al espejo y te has reído de tí misma? Eres feo, feo de cojones, y eso qué importa ¿no? Sal a la calle y cómprate un capricho inútil. Tienen que ser inútil del todo. Lo miras, lo lanzas al suelo con rabia, lo pisas y te ríes mientras lo destrozas. Es eso, sólo un capricho, una tontería, pero lo has destrozado tú. ¿Te sientes mejor? Un abrazo