Ayer España perdió ante Croacia al fútbol, pero en realidad perdió un equipo de personas en su lucha contra otro equipo de personas. ¿Y porqué? ¿qué podemos aprender de las derrotas?
El equipo perdedor se supo ganador mucho antes de salir al trabajo. Creyó que era mucho mejor y que el destino le aguardaba para darle la victoria a poco que hiciera. E hizo muy poco y todo mal. Se relajó el equipo, minusvaloró al contrario, creyó que le bastaba apretar un poco para vender más que su contrincante en el mismo mercado, y se hundió en sus dejadeces.
Es malo repetir el mismo guión tras haber logrado dos triunfos seguidos muy claros. La relajación viene si el que controla el equipo no es capaz de proveerla. No deberían haber salido las mismas personas con la misma idea. Los nuevos a veces salen con muchas ganas de lograr su propio espacio y por ello se relajan mucho menos.
Es malo perder las oportunidades y creer que ya vendrán otras. Es malo ponerse nervioso y no darse cuenta de ello. Es malo observar que parte de tu equipo de recursos humanos no está haciendo lo que le has ordenado y dejarles hacer pensando que aun así sabrán fabricar bien los beneficios. Quien dirige también lo debe hacer cuando la euforia domina la empresa.
La derrota es buena si sirve para asumirla con responsabilidad y si el equipo de personas se da cuenta de que para ser los mejores hay que creerse que la competencia es también muy buena. No sirve sólo con ser los mejores. Hay que demostrarlo, en todas las empresas que debamos hacer las personas.