Ayer un equipo de fútbol ganó a otro equipo de fútbol en una empresa que llamamos la Copa de Europa. ¿Se puede extrapolar alguna enseñanza de ese ejercicio de más de dos horas donde un buen número de millones de personas vieron correr a jóvenes ansiosos? Son dos equipos en busca del éxito de una empresa, dos empresas bien distintas pero con algunos condicionantes iguales, aunque no se note mucho desde fuera.
Uno de los equipos de personas está compuesto por un número casi excesivo de grandes profesionales a los que les pesa mucho la responsabilidad de seguir demostrando que son los mejores, pero que no forman un equipo al uso, un equipo de trabajo en equipo donde todos juegan por un objetivo conjunto, aunque lo parezca. Les importa más quedar bien ellos como personas individuales y no fallar. No creen tanto en la marca de empresa, excepto que sirva para su propio beneficio, que no siempre es dinero.
El otro equipo está compuesto por un número mucho menor de profesionales de primera calidad, compuesto también por personas que ya llevan muchos años en primera línea pero que han demostrado sobre todo que son grandes “hacedores” de equipo. Ellos son un conjunto que trabaja más la ayuda, para compensar las individualidades excelentes. Les importa sobre todo alcanzar la meta, los objetivos, y aunque se saben más débiles que su competencia les han convencido desde la dirección que forman un “ gran equipo”.
Ambos están dirigidos por dos muy reconocidos profesionales del trabajo en equipo, de la motivación personal, de la estrategia propia y sobre todo del conocimiento de la estrategia de la competencia. Del trabajo personal y diferente con cada componente del equipo.
¿Cúal es el motivo para que al final uno ganara y el otro perdiera, sabiendo de antemano que esa era la meta inevitable? Sin duda en todo proceso de éxito o fracaso hay un componente de suerte que no se debe desdeñar. Se dice que la suerte no existe y es falso, se sabe que es falso. No es lo importante, pero en procesos de igualdad este componente puede ser importante. Aunque la suerte como bien se ha apuntado siempre, te tiene que pillar trabajando, tiene que llegar en el momento oportuno, no tiene que estar nunca tapando errores. La suerte es un componente añadido, nunca un componente diferenciador.
Un equipo cometió dos errores muy importantes. Uno fue no aprovechar la primera ocasión de suerte. El primer penalti. El segundo error fue fallar el penalti definitivo, pues la presión de la situación pudo con la persona. Pero además hay un componente inevitable. El equipo perdedor al no tener tanto número de buenos profesionales no tenía recambios para cuando se necesitaba modificar su estructura de equipo por cansancio y así modificar la producción del conjunto.
Conclusiones que deberíamos analizar para no perder. 1/ Si nuestra empresa no está llena de grandes profesionales, es imprescindibles trabajar mucho la motivación, la formación y el trabajo conjunto. 2/ Las ocasiones de suerte son pocas y deben pillarnos en situación de “prevengan” para sacarles su jugo. 3/ Siempre debemos estar preparados “por si acaso” con recambios ante todo tipo de situaciones. Tener un tamaño muy justo puede servir para funcionar, pero no sirve para ser el mejor.