Llevamos semanas escuchando que faltan médicos de familia, y que esta situación se ha agravado con las decisiones de las personas que terminan Medicina y que no desean en un número creciente, entrar a trabajar como médicos de familia, sino continuar estudiando una especialidad. La convocatoria última de plazas de MIR (Médicos Internos Residentes) ha dejado en toda España unas 200 plazas sin poder cubrir.
En Extremadura, La Rioja o Castilla León han sido las zonas más afectadas con las plazas que se han quedado vacías, es decir, los médicos que no llegarán a cubrir las plazas neceesarias, diseñadas antes de la pandemia y que no tuvieron en cuenta el crecimiento de jubilaciones producto de este grave problema pandémico.
Se calcula que por jubilaciones no pensadas, y por la falta de nuevos médicos de familia, en estos momentos hay unas 1.000 plazas menos que antes de la pandemia. En Extremadura casi el 41% se esas plazas MIR no se han podido cubrir. En Aragón un 5,33% con 4 plazas sin adjudicar. Pero la vecina Rioja casi un 32% han quedado vacantes.
Y no es raro que en algunos sitios donde más hacen falta los médicos, estos renuncien a las pocas semanas o meses porque se dan cuenta de que no es lo que buscaban, o porque el trabajo en esas zonas complejas no es lo que ellos quieren para su vida profesional, y prefieren seguir estudiando.
Un informe de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) analiza con preocupación estas carencias: haría falta que se incorporaran 10.000 profesionales en los próximos cuatro años para suplir las próximas jubilaciones. Es algo que conoce bien el Ministerio de Sanidad y que debe planificarse desde Universidades y con urgencia.