Ante una ataque de ansiedad que puede sufrir cualquier persona en un momento sin especificar, (en un momento sin motivo) los familiares que lo vemos, lo primero que sentimos es también miedo y pánico. Los síntomas suelen ser muy fuertes, con fobias, pánicos, temblores, pérdidas del habla, etc. Nuestro familiar afectado por el ataque de ansiedad se ha convertido casi en un niño, no escucha, no atiende a razones, es incapaz de dominarse.
¿Qué podemos hacer como familiares en esos momentos de ansiedad, sobre todo si nunca hemos visto estas situaciones?
Al principio hay dos opciones (negativas ambas) que suelen tomar los familiares más cercanos:
Los que ante la primera crisis, le resta importancia y piensan que se es exagerado.
Los familiares que ante la primera crisis se asustan y mucho, y no saben qué hacer.
En el primer caso, nos encontramos ante personas tranquilas, incluso pasotas, que además de restar importancia a la situación, desvalorizará lo que les ocurre a los que padecen su primer ataque de ansiedad. A este tipo de familiares se les suele hacer más cuesta arriba la aceptación de la situación si se cronifica.
En el segundo caso nos encontramos ante personas sensibles, que al ver a su familiar en situación de pánico creerán firmemente que les está ocurriendo algo grave y tras acudir al hospital, se pondrán a ayudar en la medida de lo posible, buscando a intentar soluciones.
En el segundo caso nos encontramos ante personas sensibles, que al ver a su familiar en situación de pánico creerán firmemente que les está ocurriendo algo grave y tras acudir al hospital, se pondrán a ayudar en la medida de lo posible, buscando a intentar soluciones.
La ANSIEDAD no es un problema muy grave, pero hay que tratarla y resolverla. No se va a volver loca ni se va a morir la persona que la padece, volverá a su estado anterior, es el cúmulo de síntomas de una situación que no logra dominar y que al final hacen explotar al YO adulto, hasta volverle a retomar su YO infantil, escondido y ya casi abandonado.
Pero mucho cuidado. Sin ser un problema grave, es un problema que hay que resolver por especialistas. No es una enfermedad física, pero SI es una enfermedad emocional.
La familia que trata al enfermo de ansiedad debe comprender esto bien, hacer ver al familiar que existe una parte emocional en todo ser humano y que aunque la medicina tradicional no contemple tratar las emociones, esto puede hacerse, y por lo tanto, es algo que se puede curar.
Si se nos estropean parte de nuestras emociones, al igual que cuando se nos estropean los riñones o la sangre, hay que reparar los desperfectos o irán a más.
Si no entendemos bien lo que es la ansiedad, si no acudimos a buscar ayuda, terminaremos los familiares por trasmitirle más ansiedad.
El enfermo busca ayuda, comprensión, fuerza exterior. Si desde fuera lo que encuentra es rechazo o pasotismo, la enfermedad se agravará. Aunque hay que admitir que no es nada sencillo entender la situación.
Todo tipo de terapias emocionales requieren que se trabaje en parte con los familiares que están cerca de los pacientes, para compartir herramientas, para entender situaciones. Si vamos a un psiquiatra, un psicólogo, un terapeuta emocional o el médico de familia, es recomendable que éste haga partícipe a nuestros familiares de la situación.
Todos debemos entender lo que es la ansiedad, el pánico, la angustia; aceptarla como algo que nos puede suceder y buscar formas de dominarla o de que nos afecte lo menos posible. Por ellos es casi fundamental que los familiares reciban consejos e información de cada proceso de ansiedad que tenga nuestro allegado.
Cuando una persona está en crisis de ansiedad es muy bueno el contacto físico y directo para que tome conciencia de su “aquí y ahora”; muchas veces con tomarle la mano a un enfermo es suficiente, aunque si consigues abrazaros es mucho mejor.
El abrazo es sinónimo de protección y su subconsciente lo comprenderá de esta manera.
El familiar podrá además ayudarte a realizar la respiración diafragmática para relajarse, recordándole que NUNCA debe respirar con los pulmones, SIEMPRE con la tripa, pues de la otra manera hiperventilas y complicas la crisis al llenar de oxígeno limpio la sangre.
Hay que mostrarte su apoyo transmitiéndote tranquilidad, a la vez que considerando su estado, y sobre todo, sin restarle importancia.
Es bueno ir diciendo afirmaciones como: "Tranquila, solo es ansiedad, esto se pasa", "Tranquila que estoy contigo", "solo es ansiedad aunque parezca todo lo contrario", "ya has pasado por esto más veces y aunque creas que esta vez es distinta, en realidad no lo es, lo vas a dominar como lo has hecho siempre, y yo estoy aquí a tu lado", etc.
RECUERDA que un ataque de pánico es un ataque de miedo intenso. ¿Cómo actuarías con un niño al que le está pasando mucho miedo por su pensamiento? Pues así es como tiene que tratarse a su familiar, con el mismo cariño y con el mismo respeto.
Cuando pase la crisis debes animarle, haciéndole ver lo campeón/campeona que ha sido, y ayudándole a que tome conciencia de que además del mal rato, finalmente no le ha ocurrido nada grave, que una vez más ha superado una crisis sana y salva y liberándote de todo sentimiento de culpa que pudiera generar.
Que el familiar se muestre tranquilo y apoye de manera positiva en todo el proceso es muy bueno. Incluso es preferible pasar una crisis solo, que estando acompañado por alguien que no sepa tratar la angustia que padece el enfermo.
Por eso, si el familiar no se siente capaz de participar activa y positivamente en el proceso, deberá comprenderlo, respetarte y dejarle solo en este momento. Si el familiar se pone nervioso estará estropeando la recuperación del enfermo.
Recordar que el enfermo necesita ayuda, pero los familiares que la tratan también la necesitan. Tener ANSIEDAD no debe de ser sinónimo de volvernos egoístas, pues para recibir, también los enfermos deben dar.