Demostrar cariño a un niño es fundamental
para que aprenda a crecer, pues le da confianza, seguridad, autoestima. ¿Pero
cómo le demuestro al niño ese cariño?
Hay que tocar, hablar, gesticular, estar
presente, ser agradable en el trato. No es tan complicado ¿no?
Tocamos poco, damos pocas caricias, nos
masajeamos muy poco. Para los hijos el contacto personal es una necesidad de
seguridad. Hay que abrazar, coger las manos, limpiarle las lágrimas cuando
llore, tocarle cuando le estás contando un cuento. Esto no es entregarlo mimos
en exceso, es darle seguridad cuando son pequeños, es decirle “te quiero” con
demostraciones de afecto.
El tono de la voz debe ser agradable,
suave, bajo, sin enfados. Y los gestos deben acompañar a las palabras. Si
nuestro hijo, el niño, piensa que estamos felices, él estará feliz. Y al revés.
Él sabe detectar cualquier cambio de humor, nuestras preocupaciones. Y recuerdo
que decirle que le amas es parte de esa necesidad. Él lo sabe por los gestos,
pero también necesita escucharlo. Como los adultos, efectivamente.