De cara al Nuevo Año, siempre mirando las situaciones fáciles que casi nos obligan, todos hacemos balance e intentamos modificar hábitos o “cositas” de cara a mejorar. Es un buen ejercicio personal pues es bueno ponernos en cuestión, analizar qué debemos, podemos y sabemos cambiar a mejor, en qué creemos que debemos seguir avanzando.
Y los puntos de inflexión son importantes para plantearnos cambios, para analizar lo que estamos haciendo en todos los ámbitos de la vida y pensar si vamos a ser capaces de cambiarlos a mejor. De esta manera, las empresas, las personas, mejoramos y avanzamos.
En el año tenemos al menos dos puntos de reflexión muy marcados en el calendario. Al final del verano, puede ser septiembre. Y al final de cada año. No se trata de pensar en imposibles, los cambios importantes empiezan por un primer paso pequeño. Y no se trata tampoco de locuras, de cambios radicales, de irreflexiones. Todo hay que hacerlo con la tranquilidad de la reflexión. Y ser constante en el cambio si ya hemos decidido que es necesario.
Y recuerda: cada año nuevo empieza cuando nosotros queremos, no cuando nos lo marca un calendario de papel.