Esta imagen es el icono que os presento hoy —y muy en serio lo digo— sobre lo que es un sencillo negocio familiar que empieza. Puede parecer un chiste y no lo pretendo, quiero que sea un ejemplo de trabajo inicial de emprender e independizarse económicamente, de actuar ante la vida antes de quedarse quejándose sobre la inacción de cada uno. Emprender es complicado, siempre, y una forma de intentarlo, la mejor que conozco, es comenzando a emprender desde abajo. Iniciar practicando, para aprender. No quedarse quieto. Unirse a los que te pueden ayudar en tu empresa.
En España es poco normal esta imagen de emprender en la calle. Y cuando se da, es casi siempre con una mesa petitoria al lado para que sea la voluntad y no un precio, la recompensa por el trabajo. En eso tenemos que mejorar y mucho. En Europa o en otros continentes, el emprendimiento en pequeño existe en un número muy elevado. En América, África o Asia, pero también en Europa, es muy habitual que alguien con inquietudes monte pequeños locales, vehículos comerciales o de servicios, con los que prestar, comenzar a prestar servicios a la comunidad. ¿Qué falla aquí? ¿Tal vez exceso de rigidez? ¿deseos de que no haya competencia a los medianos y grandes inversores?
Desde el clásico que vende bocadillos o salchichas, refrescos o agua, frutas o caramelos, al que tiene una pequeña tienda comercial o de empresa de servicios de no más de dos metros cuadrados en cualquier calle de su ciudad. Se vende de todo, pero también se dan servicios según las necesidades de cada ciudad. Todo es adaptable a quien presta el servicio y al lugar en donde se presta. En España o montamos una gran tienda, un empresa de un tamaño y calidad media —y nos endeudamos antes de empezar a aprender y emprender—, o no somos capaces de empezar nada.
Aquí, en la imagen, vemos a los trabajadores (tres), a los aprendices y comerciales que cobran las facturas (dos) y que a veces todos ellos se intercambian para hacer trabajos auxiliares. Vemos las inversiones e incluso delimitado se observa el tablado de trabajo, el local desmontable. La intendencia, la caja registradora y las máquinas. Los tres trabajadores son polivalentes. Pueden cantar cada uno de ellos, bailan dos, tocan dos instrumentos, y el guitarra con el pie cambia de tono para dar variedad. Si llueve no trabajan. Pero están aprendiendo y si lo hacen bien (estos lo hacían muy bien) nunca se sabe hasta dónde pueden llegar.