España crea empleo, aunque sea con trabajos que no se parecen en nada a los que hay en Europa. Eso supone una baja productividad como sociedad, como país y que no estamos valorando en su justa medida económica, y que nos lleva a la pobreza como país.
Con bajos salarios, con contratos basura, no hay calidad en el trabajo ni en la producción, no hay consumo, no hay seguridad, no hay suficientes impuestos y aunque se creen empleos no llegamos a cubrir los gastos sociales.
Mas de 25% de los trabajadores que tienen empleo cobran al año menos del SMI en España por culpa de contratos a tiempo parcial, y el 60% de los trabajadores no tienen un sueldo bruto que llegue a duplicar esta cifra pues sus contratos con parciales o por tiempos muy determinados.
La precariedad social es un drama para la persona pero también para el país, y no queremos valorarlo. Problemas en la actualidad, pero sobre todo dentro de dos décadas, cuando estas personas tengan que jubilarse y cuando los actuales jubilados dejen de consumir y de soportar a sus familias.
Las empresas que estaban antes de la crisis y que lograron superar los primeros años de cierres, están saliendo de la misma creciendo en beneficios a costa de unos bajos sueldos y de un frenazo contundente en la innovación, en la inversión y en contratar a trabajadores técnicos de calidad que aseguren una rentabilidad alta.
Crecen los beneficios de las empresas, bajan los sueldos reales, se paraliza la inversión. ¿Esta es la España que queremos para el futuro? Bien, pues digámoslo. ESO ES ALEJARSE DE LOS PAÍSES RICOS Y MEDIOS DE EUROPA y acercarse a los países del Este o de África.
En Aragón tenemos más de 75.000 trabajadores que cada año van pasando periodos de ocupación con periodos de desempleo. No cuentan como desempleados pues alternar periodos y se alternan las personas. Son trabajadores que al año suman ingresos insuficientes aunque trabajen.
En el los últimos cinco años, entre 2013 y 2018 estos trabajadores has pasado a sumar 1.400 euros menos al año de ingresos, entre las sumas de los periodos de trabajo y de prestaciones por desempleo. Un 10% menos de sueldo desde el año 2013, un empobrecimiento que nos callamos, sin sumarlo al desempleo que siempre decimos que baja, para callarnos cuando sube.