Hablar de las ventajas del ajedrez en la formación de los niños es entrar en un campo ya muy hablado y consensuado. SÍ el ajedrez motiva, ayuda a la concentración, enseña a dominar los espacios, los tiempos, el orden de las ocas y de las decisiones, los análisis de las situaciones que pueden venir dependiendo de las decisiones que tomen los demás, ayuda a emplear la lógica, a razonar, a entender visualmente de los espacios, a comprender la belleza de la geometría y la importancia de las tácticas, incluso a pensar de forma matemática y de manera creativa. Pero todo esto lo vamos a dejar aparte, simplemente me quiero centrar en un elementos simple.
El ajedrez es un juego. Maravilloso juego que abstrae y atrapa. Cuidado con esto, pues sé por propia experiencia que atrapa. Pero además es un deporte federado y de los más elegantes, correctos y diplomáticos. De los más respetuosos con el rival.
Insisto en que el ajedrez es un juego, pero lo digo para darle importancia a cualquier tipo de juego como valor educativo.
Casi todo lo que aprendemos en la vida lo hacemos mientras jugamos siendo niños. Cuando se deja de aprender jugando… se aprende sufriendo.
No hay término medio. O aprendemos como y con un juego o aprendemos con las caídas, los fracasos, los desastres. Y no podemos elegir. Viene así, y en muchas ocasiones la única diferencia es la edad.
Al ajedrez se empieza a aprender con lo más básico. Tocando las piezas. Comprendiendo el tablero, el terreno de juego. Aceptando que ambos contendientes llegan en paz y con las mismas reglas. Nadie tiene ventaja pues se alternan incluso quien empieza moviendo primero. Y se saludan como en cualquier otro deporte y se desean suerte aunque la suerte en el ajedrez no existe.
Las piezas no se puede tocar, está prohibido tocarlas excepto para moverlas. Si la tocas te obligas a tener que mover esa pieza que has tocado. Es decir, hay que estar muy seguro antes de mover una decisión, qué quieres hacer con tu decisión.
Y otra cosa fundamental que se aprende enseguida es que si te equivocas no hay marcha atrás y esa equivocación te afecta a tí y a todas las demás piezas de tu equipo que te vayan quedando. Cada pieza que pierdas ya no la tienes, pero en cambio el contrincante (la competencia) sí tiene la suya.
Y hay algo más positivo todavía. Al final de la partida no sucede nada. No te embargan, no pierdes todas tus propiedades, no te hundes, no fracasas. Simplemente pueden volver a empezar desde otra vez la misma posición. Sabes poner valor a perder, pero también sabes que tienen más posibilidades, más opciones para ir aprendiendo a ganar.