El cansancio físico y continuo es un efecto secundario muy normal entre las personas con depresión. El simple hecho de levantarse para enfrentarse a la vida en el día a día puede supone a las personas con depresión un trabajo agotador, y negativamente este es el gran problema para que los familiares o cuidadores les entiendan bien, pues para el resto de personas enfrentarse simplemente a vivir supone un leve esfuerzo.
Incluso es normal y habitual que las personas con depresión se sientan bien en un momento dado, y en poco tiempo se sientan cansados y sin energía.
Esto supone un cambio de temperamento, de carácter sin motivo y en muy poco tiempo, e incluso la anulación de planes vitales sencillos y de forma repentina, deseando estar solos y sin hacer nada.
Por eso la familia o amigos que atienden a una persona con depresión no llegan a entender qué es lo que está sucediendo y considerar que parte del decaimiento que padece el enfermo, es culpa de quien le atiende, o de su negativa relación, pues es lo único que está sucediendo —les une— entre ambas personas.
Si necesitan otro espacio vital en un momento dado o se vuelven distantes, nunca es culpa del cuidador. La depresión no es culpa de quien atiende a las personas con depresión (como norma).
Es verdad que la depresión puede tener un componente provocado por una situación familiar o de relación con tu entorno, que sea tóxica, y que deben ser los profesionales los que deben valorar y ayudar a resolver. pero excepto en estos casos, los cuidadores, nunca son el motivo que afianzan la enfermedad, sino muy al contrario, los artífices de ayudar en su solución.