Ser defraudador de Hacienda en un gran oficio. Incluso dicen las malas lenguas, malditas ellas, que se pasa de padres a hijos como las herencias de las propiedades. Uno nace defraudador, no se hace. Eso sí, se necesita disponer de los mejores y más casos asesores. Pero a esos los conocemos todos. Y les sonreímos incluso.