El cartel con su frase muy conocida sigue teniendo toda la actualidad posible e incluso imposible. No importa la lentitud con la que avanzas, siempre y cuando no te detengas. Nos han acostumbrado a obtener réditos rápidos, a marcarnos objetivos a corto plazo y si no se logran en esos tiempos entonces desistir. Pero no se nos explica (casi) que lo importante es avanzar pues nos acerca al objetivo, a la meta.
Incluso cabe la posibilidad de que tengas que retroceder en algún momento, lo cual es moverse aunque sea hacia atrás. Pero retroceder puede suponer intentar volver a una situación en donde haya otros caminos que no hemos tomado hasta ese momento.
Lo peor de todo no es retroceder, sino abandonar. Rendirse si es para iniciar otro proyecto tampoco es tan negativo como nos imaginamos, pues si comienzas otro asunto, en realidad no te estás rindiendo, sino cambiando de objetivos.