Si eres adulto sabes que es complicado aumentar el número de amigos de verdad, de los buenos, y sabes que por desgracia se van perdiendo por diversos motivos las amistades de toda la vida y lo máximo que se logra a partir de cierta edad es aumentar los buenos conocidos, los casi amigos, pero ya no es fácil lograr buenos nuevos amigos.
En la escuela, sobre todo en los Estudios Superiores y Universidad es fácil lograr amigos que duran toda la vida. Pero la crianza de los hijos, de los nietos luego, los cambios de ciudad o desgraciadamente a veces el fallecimiento, hace que vayamos perdiendo algunos de ellos.
Y a veces la soledad no deseada nos ataca tremendamente. En los peores años de nuestra vida, cuando más necesitamos esas amistades como simple acompañamiento e intercambio.
Estos dos años de COVID han sido brutales para aumentar esa soledad. Se han tenido que suprimir los contactos y sobre todo se han tenido que simplificar, que minimizar. Y eso ha supuesto en dos años la pérdida de contactos físicos, personales, cambiado por contactos falsos, superfluos.
Conseguir nuevas amistades si ya eres adulto es complicado, pues se necesita tiempo y roce, intercambio de tiempo y de situaciones comunes. Como adulto ese ejercicio social es mucho más complicado. Sobre todo si no somos capaces de participar en Grupos Sociales del tipo que decidamos. Desde la iglesia a asociaciones de cualquier tipo, desde el deporte a la política.
Dicen los expertos que para tener un buen conocido con el que empezar a tener relación de saludo, se necesitan al menos 50 horas de contactos personales. Para empezar a tener un amigo se necesitan al menos unas 200 horas.
Horas de calidad, horas personales o no en grupo. Horas de hablar de tú a tú, de comer o tomar bebidas, de hablar y de escuchar. De intercambiar proyectos o problemas.
¿Y qué podemos hacer para mejorar esto?
En principio debemos cuidar y mucho las amistades que ya tenemos. Y luego dedicar al menos 15 minutos al día a atender a las relaciones incipientes, a los amigos que podrían serlo y que todavía no lo son. Un mensaje, una llamada, un saludo.
Si te encuentras con él, dedícale algo de tiempo, pero tiempo de calidad. Pregunta, escucha, da la sensación de que te importa. No te distraigas en esos minutos, demuestra que te acuerdas de sus cosas, conéctate con sus ideas y sus palabras. Y si es posible, tócatel algo, que se intercalen algo más que palabras.