12.1.12

Los 8 tipos de operarios complicados para el equipo

En todo equipo humano hay dificultades para detectar a tiempo aquellas personas que nos pueden degradar la calidad del grupo con sus sentimientos y acciones. Detectarlos antes de que sean incorporados es muy importante.

Personas negativas: Son colaboradores a las que casi todo lo que le proponemos u ordenamos les parece mal. Pero no es necesario que se quejen mucho y de todo, sino sobre todo de aquellas decisiones que le afecten a él de forma particular, lo que los convierten en un pasivo y un mal ejemplo. Suelen colaborar si son otros los que deben realizar las labores duras pero intentan dominar los procesos a su antojo, si entran ellos como protagonistas.

Los aduladores o pelotas: Son personas que dominan el escenario, diciendo lo que ellos creen que les gusta escuchar a los líderes, y compensando su poca actividad con su bien quedar. Se venden bien, sonríen y son positivos de boca, pero se mojan muy poco en lo importante.

Los que lo saben todo: Estos pueden ser positivos si es cierto que lo saben todo, pero normalmente solo lo aparentan. Sobre todo crean un mal ejemplo en el equipo pues crea envidias o si te los crees dejan a los dirigentes como bobos. Suelen ser arrogantes y con doble discurso según quien está delante escuchando. La modestia del que sabe mucho suele acompañar a quien realmente si lo sabe.

El agresivo: Es un tipo que crea a su alrededor un cierto clima de miedo y violencia callada, consiguiendo ser respetado por su violencia verbales o amenazas veladas o no, tanto hacia su equipo como hacia sus directivos. Sabe dominar “la cantidad” de esta violencia para no provocar una reacción adversa a su prepotencia. Suelen ser los mandones escondidos de las organizaciones ante un equipo de los más débiles.

El operario pasivo: Es el colaborador que está ya disfrazado de “columna”, que mira a todo el mundo con mucha tención en las reuniones pero que en realidad es como si no existiera en el equipo. Nunca se equivoca pues nunca toma decisiones ni opina. Obedece pero intenta escaquearse en cuanto puede. Nunca están cuando se les necesita.

El traidor: Esta persona puede estar disfrazada de pasivo o de pelotas. Incluso de violento. Desea vengarse de algo, nos daría igual de qué, y su objetivo nunca es el equipo sino su venganza o su promoción sobre otras personas. Nunca se le nota que es un traidor, sería su derrota, pero nunca habla bien de los demás y suele estar en primer plano de donde sale la información y las decisiones, pero luego se esconde detrás de quien realiza las acciones. Es como el Judas de los cuadros clásicos, junto al Jefe pero escondiendo sus manos.

Los excesivamente trabajadores: Puede parecer un contrasentido que a una persona que trabaja en exceso lo incluyamos como alguien sobre quien hay que tener cuidado. Normalmente son un mal ejemplo para la motivación del equipo. Las personas deben tener libertad controlada, disponer de unos horarios flexibles en alguna medida y una vida personal y exterior rica y potente que les haga ser mejores personas y más eficaces colaboradores. Si una persona del equipo destaca por un exceso de trabajo en horas, en cantidad en el tiempo —que no es lo mismo que en objetivos conseguidos o en calidad— creará conflictos en la organización, pues todas las comparaciones imposibles de alcanzar resultan odiosas en los equipos, si no son muy bien gestionadas.

Los amigos del jefe: Nada desestabiliza más que un miembro del equipo que se siente amigo del jefe, lo publicita entre el equipo, alardea de sus “colegueos”, sabe vender sus éxitos como algo entre su amigo y él mismo. Si tenemos amigos, nunca en la producción, en las reuniones, en el trabajo constante se debe notar. Y de tenerlo hay que comentarlo con claridad con todos, incluido con el responsable, y actuar pactando o bien un claro nombramiento como su “ayudante preferido” o bien un “tú eres igual a todos mientras estemos dentro y mi amigo cuando estamos fuera”, situación esta muy complicada.