Los clientes, eses seres maravillosos que nos pagan el
sueldo, son infieles. Hay que asumirlo para saber tratarlos bien. Mejor. Repitamos
todos en voz alta:
¡¡Los clientes son infieles!!
Pero no todos son infieles, efectivamente. Y curiosamente
los clientes FIELES son los que nos reportan la mitad de nuestros beneficios,
aunque sean menos de la mitad de los clientes totales. Un cliente fiel nos regala un valor añadido.
Un cliente fiel es el que habla bien de nuestra empresa y
servicio, el que vuelve, pero además del beneficio por su servicio nos ofrece el
beneficio de su palabra, de su trato, de su cuidado en el proveedor…, que somos nosotros.
Ese cliente fiel además compra más de lo habitual, compra productos
más caros de la media y sobre todo no compra productos de la competencia, lo
que nos hace más fuertes.
Un cliente es fiel cuando te compra tres veces seguidas a ti y no acude a la competencia. Si luego lo pierdes es responsabilidad tuya.
Hay dos momentos claves para ganar a un cliente y para lograr
su fidelidad:
Cuando entra a comprar a tu servicio, y durante todo ese proceso.
Cuando entra a pedirte consejo para algo o sobre algo.
Hay que estar preparado para estos dos momentos. El cliente
tiene dudas, solicita ayuda, nunca debe sentirse engañado, requiere atención y
ser atendido con seriedad responsable.
Y por último, cuando ya es cliente fiel, él debe notar que se le trata de forma diferente al cliente esporádico, bien en atención o en precio.
Y por último, cuando ya es cliente fiel, él debe notar que se le trata de forma diferente al cliente esporádico, bien en atención o en precio.