Vamos a basarnos unos días en las ideas
que El Bulli ha dejado escritas sobre el éxito de los proyectos, de su empresa
como centro de innovaciones, como lugar para experimentar. Nos olvidaremos pues
en esta y sucesivas entradas, de los resultados económicos de El Bulli. No todo
el éxito de una empresa es ganar dinero, aunque parezca la meta imposible de
abandonar.
Una actitud básica en todo proceso
creativo y de crecimiento es “la
reflexión” constante, el
análisis de todo lo que se está haciendo, salga bien o mal. Todo y esto es bien
cierto puede hacerse mejor. Nuestra complacencia es la que a veces no impide
continuar con la investigación o con la revisión de los procesos de mejora.
Si algo funciona, nos han enseñado que lo
mejor es NO cambiarlo. Puede ser cierto, pero aun así debemos seguir viendo si
es posible seguir mejorando lo conseguido.
Conozco una gran panadería que
empezó hace tres décadas recuperando los panes antiguos, ofreciendo no menos de
20 diferentes tipos de panes. No existía competencia en su ciudad para tal
cantidad de buen producto, de tanta variedad de posibilidades. Era una empresa
familiar asentada en un barrio, donde había filas de compradores esperando su
turno que aguardaban en la calle a entrar. Modificó el obrador, amplió las
instalaciones y con ello amplió sus clientes.
Hoy y por que no quiso quedarse atado en el éxito,
es una gran cadena de franquicias que sirve sus muchos productos de panadería y
pastelería por varias ciudades españolas, con su marca y su particular forma de
decorar y vender. No quiso esta empresa familiar dejar de reflexionar sobre qué
podrían alcanzar con su ya asumido éxito primero.