La poesía es (y sirve para) algo más que literatura, va más allá de intentar que los versos tengan las mismas sílabas, o rimen, o suenen bien.
La poesía expresa lo que nuestros labios quieren decir, o lo que escribiríamos en una prosa, tal vez llena de enojos, o de sinsabores.
La poesía sería literatura con música.
Sin embargo si convertimos esa tristeza, rabia o alegría en unos versos, tú lo expresas y te desahogas y quien lo lee en vez de leer un texto sobre algo de tu vida personal, está leyendo algo que no sabe si es personal o no, aunque quien lo escribe sabe lo que expresa.
Es una forma de llegar e intentar meterse dentro de cada persona con pocas palabras, con sonidos escritos.
Es por esto que la poesía, más que la prosa —porque admite más juegos de palabras— es un buena terapia para sacar la “basura” de nuestra cabeza.
De hecho, una de las mejores terapias que existen para hacer un “reset”, es la siguiente:
Coge un papel y un bolígrafo, y escribe todo aquello que te atormente, o que te preocupe, si estás de mal humor, escribe insultos o palabras malsonantes. Léelo, escúchate, vuelve a leerlo hasta que te suene mal, intenta entender por qué lo estás diciendo.
Eso sí, cuando hayas acabado, lo rompes en trozos lo más pequeños posible y lo tiras o los quemas, pues no es cuestión de llenar los cajones de malos rollos.
Te habrás vaciado y a la vez, habrás limpiado de malas ideas parte de tu momento actual.
Laura Puente