4.5.23

Envejecimiento activo para vivir más y mejor

La profesora de geriatría de la Universidad de Milán, Daniela Mari, ha sido entrevista en El País para que diera algunas claves del envejecimiento duradero, activo y positivo, pues ella lleva muchos años estudiando comportamientos en positivo y en negativo de personas entre los 60 y los 100 años de edad. 

Envejecer es ley de vida, pero debe ser un periodo que sepamos vivir en positivo para disfrutarlo como cualquier otro de nuestra existencia, pues nos pertenece.

Veamos un extracto de su entrevista, que recomiendo por sus muchos detalles útiles.

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Has estudiado mucho a personas centenarias. Imagino que el envejecimiento activo será uno de los secretos de su longevidad. ¿Qué otros aspectos suelen caracterizar y tienen en común las personas que superan los cien años?

En las llamadas "zonas azules", donde hay una alta concentración de centenarios (Loma Linda en California (EE UU), Cerdeña en Italia o en la isla japonesa de Okinawa), las personas realizan actividad física moderada y constante, tienen una dieta regular, con una ingesta moderada de vino en las comidas, se mantienen en un peso nunca excesivo (ni para el sobrepeso ni para la delgadez) y lo normal es que no fumen o fumen muy poco. 

Además de esto, los centenarios tienen características de estabilidad biológica que les permiten alcanzar una edad extrema al evitar o posponer enfermedades relacionadas con la edad, pero también tienen una estructura psíquica peculiar.

La resiliencia, por ejemplo, es una característica muy común en ellos. La actividad física regular reduce el riesgo de muchas enfermedades relacionadas con la edad y retrasa la evolución de las enfermedades crónicas. 

Un importante estudio internacional (The Life Study) ha demostrado que incluso en edad geriátrica con la actividad física se obtienen resultados positivos, también desde el punto de vista de reducción de la mortalidad, en comparación con los sujetos sedentarios. 

La actividad física, en muchos estudios, también ha demostrado ser un factor protector contra el deterioro cognitivo, al igual que la dieta y nuestros hábitos culturales.