En la Biblia católica, concretamente en el libro del Génesis, Dios expulsa del Paraíso a Adán y Eva por el famoso incidente de la manzana mordida, y al expulsarlos a los dos los maldijo diciéndoles: “Ganaréis el pan con el sudor de vuestra frente, hasta que volváis a la tierra, de donde fuisteis sacados.
Lo dijo en singular aunque yo lo haya puesto en plural, pues la Biblia en la traducción entendía que la mujer no tendría que ganarse con el trabajo nada de nada.
El caso es que desde entonces, por propio uso equivocado de la frase, en algunas culturas y religiones se entiende el trabajo como un castigo. Trabajar es lo que nos pasa por comer manzana nuestro antepasado, que tan bien tiene bemoles la tontería, aunque sea una parábola. Pero vamos a volver sobre el trabajo.
No en todas las culturas sucede lo mismo. Hay sociedades donde el trabajo es una obligación, una devoción, una labor comunitaria. Hoy mismo he pasado por mi barrio tras la nevada y en dos colegios de la zona he visto como "quien haya sido" han abierto caminos estrechos para que los niños puedan entrar en la escuela. Pero no han sido limpiezas de todo lo ancho de la zona de entrada que eso jode los riñones, no, ha sido el mínimo común denominador para parecer que sí pero con poco trabajo.
No asumimos que el trabajo es necesario y que sin trabajo no se puede vivir, pero no porque no se pueda comer, sino porque como personas necesitamos ser útiles, hacer algo provechoso, sentirnos capaces de trabajar para que también otros trabajen y todos nos beneficiemos.
En algunas culturas —y así nos va— entendemos que el trabajo es lo mínimo necesario para que Dios nos deje en Paz. Que el trabajo además tiene que ser pagado, pues tenemos que comprar pan, y ya luego, con los años descubrimos un sistema fabuloso para saltarnos el castigo.
En algunas culturas —y así nos va— entendemos que el trabajo es lo mínimo necesario para que Dios nos deje en Paz. Que el trabajo además tiene que ser pagado, pues tenemos que comprar pan, y ya luego, con los años descubrimos un sistema fabuloso para saltarnos el castigo.
Entendimos que el trabajo además de ser un castigo es una obligación (jodo, castigo más obligación) y descubrimos que NO necesariamente tenemos que trabajar nosotros mismos. Que era posible convencer a otras personas para que cumplieran por nosotros el castigo de trabajar, a costa de unas peseticas, o unos doblones.
Y así seguimos cumpliendo con el castigo pero sin doblar el costado. Y para que eso no lo prohibieran decidimos mandar a los hijos más listos pero débiles a convertirse en frailes para que no se cambiara la Biblia no fuera a prohibir tener esclavos, y a los menos listos pero más fuertes al ejército para liarse a hostias contra los infieles sociales. Y hasta aquí hemos ido llegando, cumpliendo el castigo y comiendo manzanas en pelota picada, a ser posible con cava del de etiqueta verde como mínimo.
Nota.: En el año 1509 el célebre Miguel Ángel decidió pintar el cuadro que vemos arriba enseñando pechos y pichinas. Pero en el año 2021 hemos tenido que taparlas de rojo pues está prohibido ver por las Redes Sociales lo que se permite ver en las iglesias (Capilla Sixtina) desde principios del siglo XVI. Cosas que pasan.