Somos seres humanos por que somos animales. Y además no somos los animales más preparados para sobrevivir en este mundo, hay decenas si no cientos de otras especies que podrían sobrevivir más y mejor en un mundo libre que se empezara otra vez desde Cero.
Pero como animales humanos nos hemos dotado de unas defensas organizadas, precisamente por ser racionales, y hemos creado sistemas que además de podernos defender de los peligros, sirven para atacar a los que son más poderosos que nosotros.
Pero todos estos sistemas se basan en algo muy sencillo. Inventamos la FAMILIA como forma básica y ancestral de defensa en un mundo que para el animal humano es muy hostil.
Nacemos muy débiles e incapaces de podernos defender. Si no existiera una FAMILIA perfectamente conformada y con unas leyes claras de ayuda, no existiríamos desde hace miles de años.
Nacemos sin saber andar, sin podernos poner de pie, sin capacidad de comunicarnos, sin entender nada de nuestro entorno, sin saber hablar ni comprender lo que nos dicen aquellos que nos rodean excepto gestos muy básicos.
No sabemos lavarnos, y entramos al mundo con unas defensas realmente bajas. Nuestra forma de alimentación si dependiera de nosotros y de la leche de nuestras madres en exclusiva… sería larguísima en el tiempo.
Pero la FAMILIA nos ha servido como organización de defensa imprescindible, para llegar hasta la fecha actual sin desaparecer, multiplicándonos y creciendo.
La FAMILIA fue en un principio una organización de padres e hijos. Poco a poco supo adaptarse a bastante más amplitud, principalmente para defenderse de otros humanos, y se crearon las tribus familiares, se ampliaron las familias hacia sus colaterales por arriba y por abajo, se crearon aldeas, pueblos, ciudades, sociedades.
Y además de aprender a defendernos, aprendimos a compartir cultura, conocimientos, aprendizajes, alimentos, etc.
Fuimos defendiendo nuestro hábitat a base de transmitir la auto defensa, la formación en agricultura y ganadería, y en crear posteriormente ciudades inteligentes llenas ya de Leyes, de Normas, de formas de convivencia.
Nos guste mucho, poco o nada que esto sea así, pero es la única manera de podernos defender, de sobrevivir en este mundo en el que somos un eslabón animal, por mucho que llevemos en el bolsillo una máquina que sirve para casi todo.
Seguimos basándonos en la FAMILIA, y aquella sociedad que no crea este concepto, está condenada a retroceder. Incluso a desaparecer poco a poco.
Si una sociedad determinada —y en la actualidad hay varias formas sociales— delega la importancia de la FAMILIA a unos espacios sociales nuevos, posiblemente en entredicho entre algunos de sus componentes sociales, empieza a debilitarse de cara al futuro.
Si empezamos a crear cambios profundos que debilitan la FAMILIA como algo básico para la supervivencia, es posible que podamos vivir mejor, más libres, más felices, con menos ataduras.
Por cierto y para que no haya duda. La FAMILIA de entrada, no tiene nada que ver con la Religión, ni con el miedo, ni con el esclavismo de unos integrantes débiles hacia los otros posiblemente más fuertes, bien físicamente o intelectualmente.
Pero esa libertad de vivir sin ataduras pues ser una felicidad temporal y posiblemente incluso egoísta, hasta que desaparezcamos como Grupo, pues hay otras sociedades que no están dispuestas a caminar por esos complicados senderos según sus culturas. Incluso a veces, desde un sentimiento primitivo de pura supervivencia animal.
El futuro le pertenece a cada sociedad, a la parte social más joven de cada sociedad. Y el Mundo está en constante cambio, se adaptan las sociedades hacia esas supervivencias lógicas. Pero no todas.
Conocemos grandes sociedades que en la Historia de la Humanidad han fracasado, ya no están viviendo en el Mundo, mientras otras que eran muy menores son las que han ido creciendo y asentándose en el poder animal racional de esa superviviencia.
Solo sobreviven los mejores, los que saben adaptase mejor a cada tiempo, los que cuidan las formas básicas animales racionales, para defender sus espacios sociales.
Ajovín