Vamos a empezar la entrada con unas frases del profesor, perdón, del maestro César Bona: “Todo educador debe adaptarse al motor imparable y entusiasmado del niño. Hay que motivarlos, estimular su creatividad, aguijonear su curiosidad, pues son habitantes del presente”.
Y ahora vamos a cambiar levemente esta frase para adaptarla a educar equipos de personas adultas, para gestionar hacia la excelencia a las personas de un equipo: “Todo gestor de RRHH debe impulsar el motor imparable y entusiasta de cada uno de sus integrantes. Hay que motivarlos, estimular su creatividad, aguijonear su curiosidad, pues son habitantes del presente”.
Es así de sencillo, pues siempre estamos hablando de seres humanos inteligentes, con ganas de colaborar, de ser mejores, de que su trabajo sea más válido. De personas que además de querer ser motivadas deseas ser reconocidas en el éxito de su trabajo. ¿Que hay diferencias? Ya. Lo sé. Lo sabes tú. Sí. Nada es una balsa de aceite. Menos mal. Pero de todo se aprende y con todos se puede sacar un objetivo válido, muchas veces sólo con planteárselo, y si sabemos elegir para cada persona una meta a diferente altura, a distinta distancia.