La crisis del sistema nos ha llevado a una Europa y a un mundo globalizado, con nuevos y diversos problemas a los que de momento no sabemos dar respuesta positiva, válida y rápida. Estamos sin duda ante un momento de la historia complejo y delicado, pues aunque es cierto que gran parte de estos problemas no son nuevos, otros sí y sobre todo son asuntos que se han juntado todos a la vez, sin soluciones aparentes y en constante crecimiento. Nuestra obligación personal es formarnos cada vez mejor, trabajar en busca de la excelencia en un puesto en el que nos sintamos bien, no caer en los consumismos programados, participar en la sociedad, exigir dignidad en el trabajo y respeto en nuestra relación con la sociedad que nos rodea.
Veamos una lista de estos problemas globalizados contra los que tenemos que pelearnos todos los días.
Desempleo y pérdida de calidad en el empleo.
Desigualdad social en aumento.
Hambruna en el mundo en decrecimiento pero tremenda.
Crisis energética de variado tipo incluso estratégica.
Cambio climático sin acuerdos globalizados serios.
Uso de la economía como laboratorio de beneficios.
Globalización mala sin aportar beneficio social.
Crisis económica que afecta sólo a las clases medias y pobres.
Consumismo absurdo y programado para su obsolescencia.
Crisis del modelo capitalista conocido y sin recambio teórico de otro.
Guerras terroristas no declaradas como tal.
Crisis de valores sociales y familiares.
Descrecimiento vegetativo en el mundo occidental.
Crisis de la propia democracia como concepto participativo.
Sanidad muy mal repartida entre las personas.
Educación no actualizada y con menos calidad de la necesaria.
Juventud sin futuro de independencia vital.
Independentismo personal y desafección social.
Parecemos insistir mentalmente que por los caminos que hemos tomado vamos al caos y al hundimiento social, pero se nos obliga a pensar que como colectivo social no seremos capaces de exigirnos y de repensar que las personas sí somos capaces de tomar decisiones y de cambiar lo que parece predestinado a suceder.
Cada uno de nosotros somos importantes actores que debemos poder dominar las consecuencias de los desastres, si no los hemos convertido antes en inevitables. No debemos abandonar de nuestras responsabilidad o pensar que no las tenemos.
La sociedad mundial, la europea o la española, caminará a ese desastre que nos avisan, pero sólo si no somos capaces de tomar las decisiones de sentido común y las que ya sabemos que hay que tomar pues los análisis previos ya los hemos realizado. Solo si nos empeñamos a no querer ver, y si admitimos que las ideologías y beneficios personales priman sobre todos los demás, nos hundiremos.