Es reconocido el espíritu israelí para lograr objetivos económicos espectaculares con unos sistemas de organización que además de copiables y novedosos, se basan en las personas y por ello son mucho más fáciles de lograr, si como sociedad somos capaces de convencer de su eficacia y éxito, además de su facilidad para que los beneficios sean para y entre todos.
Ellos en Israel lo llaman “Chutzpah” que traducido sería la suma de una serie de palabras castellanas que ya nos indican claramente de qué va esa tecnología tan novedosa y rompedora, además de barata y sencilla. Audacia, insolencia, confianza en uno mismo, gran fortaleza, coraje, descaro, osadía, nervio, entereza, ardor, incluso caradura positiva, sana crítica a todo. En Aragón lo llamamos “rasmia”.
En Israel todo el mundo puede solicitar información a todo el mundo, de abajo arriba. No sólo son aclaraciones, sino las puertas para incidir, para poner en cuestión las órdenes, para opinar y sumar. Y todo el mundo acepta esa forma de comportamiento. No se trata nunca de poner en cuestión a las personas, sino a las normas, a las formas, a los modos de trabajar o de realizar todo. Sólo quien tiene talento y se lo cree, será capaz de ejercer el chutzpah pues enfrente tendrá siempre a otra persona que con la misma educación y deseos defenderá su propia opinión. Desde lo positivo, pero desde el trabajo por mejorar, por poner rasmia en buscar procesos de mejora contínua. Chutzpah para mejorar personalmente, mejorando la sociedad.
Estos procesos de relación con los métodos y las organizaciones se enseñan y por ello se aprenden desde las escuelas, y sin duda ninguna en las universidades. Los estudiantes cuando llegan a las universidades han viajado por el mundo en lo que es casi una obligación mental de dedicar un año sabático tras el servicio militar obligatorio antes de entrar en las universidades a construir su propio futuro personal. Un proceso vital inverso al habitual. Propiciando que cuando llegan a la universidad ya han conocido situaciones vitales de especial importancia personal.
Si a estos procesos personales de chutzpah se unen la ayudas en investigación del gobierno o la facilidad para crear incubadoras de empresas con suficientes presupuestos para ayudar de verdad en encontrar opciones de innovación empresarial, tenemos los mimbres de un nuevo sistema para crear economías más efectivas en una España que cada vez es más gris, más apagada y con menos capacidad para salir de su mediocridad.