Esta imagen es de las que tienen su humor negro muy dentro de ella por darnos en todos los morros con una verdad de lo más básico.
Robar..., pues depende cuánto y por quién.
Así que lo de confesarse o sentirse culpables es también muy relativo y por eso los ricos siempre van al cielo y los pobres al infierno.
El nivel del pecado es distinto.
Un pobre peca si roba un pollo para comer, y da igual si está vivo o muerto. Un rico sólo a partir del primer millón. De euros, claro.