Poco a poco nos irán quitando las cosas gratis una vez que descubran que tienen valor y que se pueden vender. Es todo cuestión de saber ponerle precio a lo que de momento es gratuito. Por ejemplo tomar el sol, salir a pasear a la calle, sonreír, hablar con otras personas, beber agua de los grifos de una fuente pública, mear en unos Grandes Almacenes o en las Estaciones de trenes, entrar a las iglesias una vez que ya se cobra por entrar en los Museos estatales o municipales, y así poco a poco hasta llegar al pago por respirar. Todo depende del precio.
Debe ser sostenible, que se pueda pagar por casi todos, que se sepa vender y disimular, que parezca que lo hacen por nuestro bien y por mejorar el producto. Irte al campo a ver flores es un lujo, así que pronto lo tendremos que pagar. Yo ya no lo veré, me salvo de eso, tardará más años de los que tardaré yo en escapar, pero vendrá, seguro.
Tener hijos puede que sea lo contrario, que en vez de pagar por tener hijos, cobraremos por tener hijos. Luego los hijos pagarán lo que les han dado a sus padres, a costa de pagar ellos por todo lo demás. pero es que tener hijos es duro en estos tiempos. Así que sí, si se quiere seguir manteniendo los ingresos del Sistema, tendremos que tener más hijos para que ellos paguen. O traerlos de fuera. Que no es lo mismo traerlos que dejar entrar a los que quieren venir.
Si a mi abuela que tendría ahora unos 130 años le hubieran dicho alguna vez que tendrían que pagar por mear, cagar o incluso por el agua que salía de los grifos…, no se lo creería. Así que todo es esperar el momento. Anda que… si le llegan a decir un día que al final prohibían coger caracoles del campo, jodo, pues vaya genio tenía. No llegó a conocer la prohibición de matar cerdos o corderos en casa.