Hablábamos en la anterior entrada de la importancia de los clientes para la buena marcha de una empresa, y del cuidado que deben tener los trabajadores con el trato al cliente. ¿Pero cuales son los empleados que puedes molestar o destrozas las buenas relaciones con los clientes?
El lento. El cliente busca soluciones, pero también que no se le haga perder el tiempo, esperando y esperando. La paciencia siempre tiene un límite.
El contrario. Los clientes no son los enemigos, nunca, no son los que vienen a fastidiar sino a pagarte parte de tu sueldo. Nunca hay que ser mal educado ni hacer comentarios poco afortunados o innecesarios.
El dormido. Nunca hay que parecer que se está dormido, que no importa lo que el cliente nos comenta, que estamos en otros mundo y el cliente nos molesta.
El mínimo esfuerzo. A veces nos limitamos a cumplir estrictamente con el reglamento y eso cuando se trata con clientes también es insuficiente. Hay que aportar más y que el cliente lo note, sepa que nuestro trato hacia él es personal.
El que no sabe. Para tratar con el cliente hay que saber responder y resolver, hay que tener capacidad (o buscarla) para resolver las dudas y problemas que se nos plantean.
El mentiroso. No se debe mentir NUNCA al cliente. Una verdad bien explicada es mucho mejor que una pequeña mentira piadosa. No hagamos promesas al cliente si sabemos que no las podemos cumplir.