Desde el año 1999 nunca el número de parados en España que llevan más de un año buscando un empleo había superado el 50%, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Al término del año 2011 el 50,02% de los parados llevaba más de un año tratando de conseguir un empleo, un porcentaje más de cuatro puntos superior al registrado en diciembre de 2011 (45,9%). La proporción de parados que lleva más de un año a la caza de un empleo llegó a su punto más bajo en el segundo trimestre de 2008, cuando se situó en el 20,6%. Esta cifra tan baja se explica porque en esa época la destrucción de empleo fue muy elevada, por lo que los que llevaban más tiempo en paro pasaron a representar un porcentaje muy bajo en comparación con el conjunto de desempleados. Desde entonces los parados de larga duración (más de un año) han ido creciendo, hasta superar por primera vez en casi trece años el 50%. El porcentaje más elevado se registró en el segundo trimestre de 1987, cuando el 65,2% de los parados llevaba más de un año tratando de conseguir un trabajo.
El porcentaje de parados de larga duración es ligeramente superior entre los hombres (50,2%) que entre las mujeres (49,8%), aunque en algunas comunidades, sobretodo en Aragón y La Rioja, la cifra es muy superior entre las mujeres desempleadas. En estas dos regiones, el paro de larga duración femenino alcanza el 51,2% y el 51,1%, respectivamente, mientras que el masculino es del 43,2% y del 44,4%. En conjunto, los parados del País Vasco y de la Comunidad Valenciana son los que llevan más tiempo buscando un empleo, mientras que los de Baleares y los de Navarra los que menos. En el caso de los vascos, la proporción de desempleados de larga duración alcanza el 57,2%, mientras que en la Comunidad Valenciana es del 55,7%.
El ministro de Economía, Luis de Guindos, informó esta semana que prevé que el desempleo continúe aumentando durante este año 2012 y que alcance el 24,3%, lo que implicará la destrucción de otros 630.000 puestos de trabajo. La solución pues no se ve cerca y la desesperanza empieza a adueñarse de muchas familias españolas que llevan excesivo tiempo sin empleo y en muchos casos sin prestación suficiente.