Los hijos salen como ellos quieren, como pueden o desean. La educación de los padres sirven para abrir caminos, para abrírselos a ellos…, pero al final serán nuestros hijos los que tendrán que decidir en infinidad de situaciones. Y en todas ellos… nosotros ya no estaremos allí.
Lo más importante de todo es que sean felices con SU vida, y para nosotros como padres, nos queda el orgullo de haber intentado lo mejor y de abrirles los caminos a base de enseñarles a andar.
En esta imagen vemos a una cordera blanca con dos hijos negros. Ella no se preocupa del color, se parecen al padre, seguro, y tampoco eso le importa. Lo único que la oveja sabe es que debe enseñarles a comportarse, a sobrevivir (cosa complicada) y a comer hierba por ellos mismos. Que ya es una gran tarea.
Si les ensañamos a los hijos a nadar en las dificultades, a pelear con/por su propia vida, a saber construir una personalidad propia, y sobre todo a ser felices…, todo lo demás será un poco más sencillo para todos.
Por eso a veces, lo que les enseñamos es algo duro, no siempre es sencillo ni se trata de hacerles la vida fácil. Pues no, la vida no es fácil.
Es mucho mejor que sepan por nosotros que a veces decir NO es inevitable, pues así, cuando se encuentren con los mil NO de la vida, entenderás que es una opción.
Por cierto, la oveja sabe que son hijos suyos por la puntita blanca de sus colas.