Es cierto, hay veranos, hay tiempos que duran toda una vida. Hay espacios temporales que duran más de lo que deberían, pero estamos preparados para todo, incluidos parecemos, para saber admitir que los tiempos se alargan lo que no nos gustarían a nadie.
Esta viñeta es del verano de 1976, pocos meses después de que se hubiera muerto Franco en la cama.