Los pacientes analizados a través de las consultas de atención primaria y que son físicamente inactivos, redujeron su riesgo de mortalidad prematura al aumentar su actividad física, incluso en tiempo de actividad semanal por debajo de los niveles recomendados.
Hablamos de una actividad física adaptada a su edad y a sus condiciones físicas. Pasear de forma rápida es por ejemplo un buen ejercicio y suficiente para ver resultados positivos.
Aunque es cierto que se logró una mayor reducción porcentual de los riesgos mediante el cumplimiento total de las recomendaciones de actividad física o la adopción de niveles de actividad física más altos que los recomendados.
Los beneficios de la actividad física son incuestionables, y estudios anteriores ya estimaban que las tasas de mortalidad prematura en las personas que están activas se reducen entre un 30 % y un 60 % en comparación con las que no están activas.
Los beneficios de la actividad física son incuestionables, y estudios anteriores ya estimaban que las tasas de mortalidad prematura en las personas que están activas se reducen entre un 30 % y un 60 % en comparación con las que no están activas.
A pesar de esto, se estima que en todo el mundo, el 27,5 % de los adultos y el 81 % de los adolescentes no cumplen con las recomendaciones, cifras que en España están sobre el 70% en adolescentes, y como la inactividad es uno de los factores de riesgo más importantes para la salud, los profesionales de atención primaria a menudo tratan de promover la actividad física a sus pacientes a través de intervenciones de eficacia probada.
Sin embargo, no está claro si los pacientes de atención primaria que han pasado gran parte de sus vidas inactivos podrían experimentar beneficios asociados con el aumento de su actividad física, aunque todo parece indicar que efectivamente, mejoran en varios baremos analizados.
En comparación con las personas que permanecieron físicamente inactivas, las tasas de mortalidad de aquellos que alcanzaron las recomendaciones mínimas de 150-300 min/semana de ejercicio de intensidad moderada o 75-150 min/semana de intensidad vigorosa se redujeron en un 45 % (cociente de riesgo ajustada [aHR] 0,55; intervalo de (aHR 0,51, IC del 95 % = 0,32 a 0,81).
En comparación con las personas que permanecieron físicamente inactivas, las tasas de mortalidad de aquellos que alcanzaron las recomendaciones mínimas de 150-300 min/semana de ejercicio de intensidad moderada o 75-150 min/semana de intensidad vigorosa se redujeron en un 45 % (cociente de riesgo ajustada [aHR] 0,55; intervalo de (aHR 0,51, IC del 95 % = 0,32 a 0,81).
La asociación inversa entre el aumento de la actividad física y la mortalidad sigue a una relación dosis-respuesta curvilínea continua.