La soledad afecta y mucho al bienestar emocional, pero también a la salud física y al envejecimiento, aumentando los problemas de salud de todo tipo. Se ha detectado en los últimos años un aumento de esa soledad no deseada entre personas mayores de 55 años, por divorcios de parejas sobre todo.
¿Es siempre el divorcio la mejor decisión (o la única) entre dos personas que llevan ya muchos años conviviendo?
Ante la soledad se ha detectado que la vejez física y mental se adelanta, y además que aumentan los problemas relacionados con ella, como la diabetes tipo 2, los problemas de articulaciones y huesos, el sedentarismo y los problemas cardiovasculares. Incluso aumenta el estrés emocional y el general.
La soledad no deseada hace que aumenten los miedos, las preocupaciones hacia el futuro, la falta de energía y se pierde gran parte del equilibrio en la vida básica. Y eso sucede en ambos sexos por igual.
Si nos divorciamos con más de 55 ó 60 años, nos creemos que se recupera una libertad perdida, unas opciones de vida que no teníamos y que vamos a ser capaces de reconquistar para nuestra vida todo lo que no habíamos hecho.
Pero en muchos casos lo hacemos desde la soledad, desde la propia responsabilidad con nosotros mismos como personas, incluso desde el auto engaño.
No todos los divorcios son iguales, existen decenas de opciones y motivaciones. Algunas lógicas, otras muy deseadas, incluso algunas imprescindibles. Pero no hablo de estas, sino de las que tomamos in analizar bien las motivaciones y sin querer asesorarnos por terapeutas que nos indiquen si esa es la major decisión.
Existen muchas formas de cambiar la vida en pareja y que eviten una ruptura en nada beneficiosa para ninguna de las partes. Un divorcia SIEMPRE es muy caro a todos los niveles. Y lo que perdemos en un divorcio lo podríamos utilizar en mejorar la vida de cada una de las dos personas.
Antes de divorciarnos "del todo" tal vez sea buena ocasión de reflexionar solos los dos o en compañía de otras personas, que opciones tenemos. Podríamos empezar por dividirnos la vida, los espacios, las horas, las actividades.
Una habitación para cada uno es —si se puede— una opción básica lógica y barata. Un primer paso que debe explorar hacia dónde nos lleva.
Hacer actividades distintas, tener relaciones diferentes, e incluso abrirnos a tenerlas a todos los niveles es otra posibilidad pactada entre dos personas que llevan décadas viviendo juntas. Es una manera de llenar la vida de otros ingredientes, pero sin cerrar las puertas a volver a entrar a la vida anterior.
Hemos empezado diciendo que la soledad no deseada es una enfermedad en sí misma, aunque no lo queramos admitir, asumir o detectar.
No existe una vida perfecta, no existe una relación perfecta con otras personas, pero la soledad, el aburrimiento, el sedentarismo, la inactividad mental y física son elementos que debemos evitar.
Y por eso relacionarnos con más personas es inevitable y muy beneficioso admitiendo que nada es perfecto.