Hoy en una reunión de trabajo sobre Sanidad hablábamos de Salud Mental y hemos decidido cambiar el uso de las palabras, por la importancia que tiene "Salud Mental" en estos tiempos raros en los que a veces abusamos del idioma. Queríamos hablar de Bienestar Emocional y no hablar de un problema grave de Salud.
No todas las Depresiones o Ansiedades son graves, y por eso tal vez es momento de empezar a clasificar incluso la forma de hablar de ellas, para poder llegar mejor a las soluciones.
Podemos tener agotamiento físico, exceso de estrés, malestar psíquico, problemas de autoestima, agotamiento mental, pero todo eso no es todavía una enfermedad. Necesitamos cuidar los problemas, los síntomas de estos trastornos, pero todavía no debemos terminar medicados.
La vida es dura, y en estos tiempos es además muy rápida, lo que nos impide adaptarnos a ella con la rapidez con la que nos llegan los cambios y los problemas. Eso crea ansiedad, sin duda, y falta de adaptación.
Pero si acudimos a un psiquiatra nos recetará química, y según qué tipo de médico de familia o de psicólogo que nos trate los problemas, también terminaremos con la química, que tiene un problema añadido.
La química es fácil que llegue a nuestras vidas y a cambio es muy difícil dejarla.
Y además la medicación para restos problemas de salud no siempre resuelve las situaciones, o lo que es para analizar con calma, si los aplaca… a veces es a costa de un precio mental y de vida personal, excesivo.
No debemos convencernos de que medicalizar los problemas de bienestar emocional es la única solución posible.
No tenemos suficiente Salud Mental ni en la Sanidad Púbica ni tampoco en la Sanidad Privada. Y eso hace además que en la Salud Pública no puedan funcionar ni tan siquiera regular. Se tienen demoras insoportables, y si se logra llegar hasta el psicólogo público (antes de al psiquiatra) no es posible una atención al menos mensual pues faltan profesionales.
Leer textos de autoayuda puede servir, pero seamos sinceros, ponen algo de luz, pero no resuelven. O dura muy poco la solución propuesta. Deben estar acompañados de un control, de un seguimiento, de unas reflexiones motivadas por profesionales.
Es cierto que en este tipo de vida, con muy poca socialización, cuesta resolver los problemas de Bienestar Emocional. Es una buena pista esta. En serio. Socializar.
Hace unas décadas, todos teníamos vecinos con los que nos veíamos todos los días, con los que compartíamos pues había confianza y además de necesidad había tiempo de hablar y escuchar. En las zonas pequeñas, en la calle, entre los vecinos de escalera. Todo eso no existe hoy, pues vivimos pegados a las pantallas de diverso tamaño. No hablamos, no leemos, y mucho menos escuchamos.
Pero a la vez, además de no ser más ricos que entonces, nos sentimos mucho más pobres. U observamos como otras personas cercanas sí logran ser mucho más diferentes a nosotros en cuanto a sus capacidades de consumo. Eso unido a la incertidumbre de los empleos, afecta y mucho al Bienestar Emocional. ¿Por qué nosotros no?
Hay menos pobreza extrema, pero hay más sensación social de inestabilidad. No estamos en guerra, pero notamos que todo puede ir a peor, aunque no siempre sean un diagnóstico acertado y real. Nos venden violencias de forma constante, y nos creemos que ahora estamos mucho peor y nos crea inseguridad.
Eso lleva a una ansiedad que parece inevitable, incluso a plantearnos si merece seguir peleando por la vida, y a preguntarnos por qué a nosotros no nos llega lo bueno. Nos quieren pasivos, nos convertimos en pasivos, y nos quejamos de que otras personas en su activismo tienen más suerte.
La vida está llena de pérdidas de seres queridos, de sensación de que falta seguridad personal, de trabajos duros y mal pagados o poco reconocidos, y a veces de reveses económicos y de violencias.
Pero en las últimas décadas estamos dejando que las soluciones nos las planteen los demás, el Sistema, los mismos que sin decirlo, nos quieren pasivos.
Y así es imposible resolver nuestros problemas pues nos lleva a esa ansiedad por no tocarnos a nosotros la suerte de que nos ayuden. Y aquí está le verdadero problema. Tenemos que ser nosotros los que trabajemos las posibles soluciones que nos afectan a nuestra forma de vida. Y tenemos que ser responsables de nosotros mismos.