No nos enseñan a hablar en público, aprendemos a golpes de equivocaciones. Es curioso que ni en la mayoría de las universidades se enseñe a expresarnos en público empleando la voz. Articular y organizar las ideas, saber emplear los tonos y las velocidades, gesticular de formas analizadas para enfatizar lo que se dice, o ni tan siquiera enseñarnos a perder el miedo a enfrentarnos a la mirada de las personas que te escuchan.
El auditorio puede ser de dos personas, de diez o de mil. Y las formas pueden ser iguales o no, dependiendo del tipo de comunicación verbal que tengas que realizar. No debes comportarte como si estuvieras intentando explicar el mundo a todos los que te escuchan pues en realidad lo estás haciendo. Si lo explicas mal no hay vuelta atrás, aunque intentes rectificar. En la comunicación escrita puedes borrar, incluso tirar a la papelera lo realizado. En la comunicación verbal todo lo expuesto queda, pues incluso salirse del escenario y volver a entrar supone un acto en sí.
Por eso hay que llevar muy preparada la intervención verbal, la oratoria. Saber calcular tiempos, saber entretener estos tiempos, contar aunque sea un acto formativo una historia con inicio, desarrollo y final. Lograr que no sea aburran mientras te escuchan y aprenden. Y estar dispuesto al acto final de responder a preguntas y críticas.
No apures los tiempos, mejor quedarte algo corto que sobrepasar los tiempos estipulados. Y sobre todo entrega a tu auditorio presencia. Deben verte, debes moverte y actuar, debes mirarles, hay que estar de pie si es posible, y no vistas de boda. Tenes que ser como ellos, así que tienes la obligación de imaginarte a tu público y saber bien a quien te vas a dirigir.
Parece un consejo fácil o una broma de quien copia las modas, y puede que lo sea. Observa las actitudes de las conferencias americanas de universidades de prestigio por su modernidad. Y efectivamente, intenta copiar. Observa la presentación de productos de Apple y copia lo que se pueda adaptar a tus intervenciones, a tu público, a tu sala de oratoria. Lo importante no eres tú. Lo importante es lo que les vayas a decir.