Me reunía ayer con una joven amiga emprendedora para analizar un nuevo proyecto educativo para bebés. Y se me quejaba amargamente de lo complicado que resulta formar de manera personal a los buenos colaboradores que contratas, pues en cuanto aprenden ciertas técnicas muy personales y novedosas, tiendan a escapar y formar sus propios servicios para hacer la competencia.
Mi amiga tiene experiencia en técnicas aprendidas en estancias por Europa, América o África. Y en estos tiempos tan complejos, todo el mundo que puede intenta formar su propia empresa de servicios, casi como garantía de puesto de trabajo.
Regalar la formación o entregar “toda” la información de cada puesto de trabajo es lo que se recomienda…, pero la verdad es que los profesionales de los puestos más técnicos e importantes, siempre se guardan sus bazas finales en la manga. Esto ha sucedido así desde siempre. En mis años 70 la sierra de calar o el montaje de clichés solo lo hacía el oficial. Y el ayudante biselaba o guillotinaba. Lo fino y complejo nunca se dejaba hacer a los segundones como seguro laboral del oficial.
Mi consejo es que la formación hay que repartirla, pero debemos ser los sesentones los que ya no tenemos nada que perder en el mundo laboral, los que intermediemos y expliquemos TODAS nuestras experiencias. Pero los jóvenes técnicos excelentes deben reservar parte dde sus costosas formaciones y dosificar muy bien qué se enseña y qué es más seguro reservar para poder seguir viviendo de tu oficio y poder crecer formándote más y mejor.