Hoy La Vanguardia publica un artículo de página y media sobre el suicidio en aumento de chicas adolescentes, de mujeres jóvenes que siempre han estado muy por debajo de los hombres en las cifras de suicidio. Y añade un posible elemento que podría influir en este aumento. La casi desaparición de las actividades extraescolares por culpa de la pandemia.
No hay ninguna duda de que las personas tenemos que estar ocupadas. Todos. Y los jóvenes más. Y sobre todo hay que crear rutinas de trabajo, de ocupación, que sirvan para ser felices y para sentirse útiles y con una autoestima suficiente. Si eso desaparece, si llega el vacío e incluso la holgazanería, llega sin duda la ansiedad, la depresión, la caída.
En Cataluña se ha pasado de unos 40 casos al mes de suicidios declarados a cerca de 100 en estos últimos seis meses de pandemia, entre finales de 2020 y principios de 2021. En el último años entre tentativas y suicidios consumados han aumentado en Cataluña un 84% los casos. Casos que también han aumentado en las consultas a psiquiatría y a Urgencias hospitalarias.
Sueles ser chicas muy exigentes, muy estudiosas, con algunos casos de ataques y acosos en los colegios, y que se ven privadas de gran parte de sus actividades vitales por estos periodos de confinamiento parcial que les aumentan el estrés. Los meses de cierre de escuelas fueron brutales para la salud mental pero también para el crecimiento de bandas de violentos y de un aumento de la violencia callejera de baja intensidad.
Se sabe a todos los niveles y se admite que fue un gran error cerrar los colegios en el año 2020.
Los meses de encierro en el hogar sirvieron también para hacer aflorar y ver aumentados los conflictos familiares, las violencias de hogar, y todo eso crea un caldo de cultivo complejo de asimilar en personas muy jóvenes.
Hay que trabajar más y mejor en psicología clínica, en análisis de las interacciones que la vida social y las decisiones que se toman tienen sobre los comportamientos de las personas, y hay que trabajar mejor las terapias para que no terminen en un crecimiento brutal de las medicaciones, que en personas jóvenes debe ser siempre la última alternativa.
Por cierto, y visto que los poderes públicos no hacen nada por cambiar estas situaciones, es lógico pensar que callarse, esconderlas y no divulgarlas ayuda a que no crezcan los tratamientos eficaces. Así que debemos perder el miedo a contar datos sobre el suicidio, para que no sirve de excusa para no hacer nada de nada.