Un estudiante no es solo el que estudia, es mucho más que eso, es el que quiere estudiar, el que aplica su esfuerzo a querer estudiar, el que piensa de qué manera puede estudiar mejor y en cómo mejorar sus métodos de estudio. Estudiar es un trabajo a veces muy duro, y para ello es necesario como en todo tipo de trabajos, estar motivado y querer hacerlo lo mejor posible.
El derecho de todo estudiante, tenga la edad que tenga, es que se le respete en su trabajo de estudiante, en su ocupación vital que es la de estudiar para ir edificando un nuevo modo de luego entregar a la sociedad los beneficios de lo que estudia.
El estudiante tiene la obligación de estudiar si está en la edad de la Educación Obligatoria, para lograr un rendimiento acorde a sus propias capacidades que son siempre distintas entre una persona y otra, entre un alumno y otro. Pero el estudiante debe responsabilizarse de su trabajo y de ese oficio nuevo que es el de estudiante. Realmente es un trabajador intelectual para su beneficio, y para luego beneficio de su sociedad.
Hay que perfeccionar las maneras de estudiar y de trabajar en el estudio, pues lo que al final importa no es tanto lo que se estudia, o el tiempo que se invierte en estudiar, sino los motivos por los que se estudia y las formas de ese estudio para lograr los objetivos de aprender. NO vale tanto la cantidad del estudio, como la calidad del mismo para que sea absorbido por la persona, entendido y comprendido, y no olvidado.
Las condiciones de trabajo del estudiante deben ser como poco esas mínimas normas de equilibrio, espacio, silencio, materiales, salud, medios y condiciones de que pueda disponer de continuo. Un espacio propio para estudiar es muy importante, mejor si está en tu propio hogar. Una biblioteca, un ordenador con internet, material mínimo y diverso. Y respeto por las personas que están alrededor del estudiante.
El estudiante necesita sus tiempos para estudiar, para hacer trabajo individuales y trabajos colectivos. Todo eso hay que facilitárselo, es decir, ponérselo fácil. Y si todo esto no es posible por diversos motivos, lo mejor es no perder el tiempo en estudiar duro y dedicarse a otros menesteres como trabajar en un oficio con los conocimientos que ya se tengan.
No se debería dejar de estudiar nunca, pero si en un momento dado no hay las condiciones mínimas, la motivación suficiente, las ganas de estudiar, lo mejor es no empeñarse en querer avanzar en lo que parece imposible.
Engañarnos todos es un mal camino hacia el futuro.
Siempre es posible volver sobre lo andado, cambiar la decisión, revisar las metas, pero para estudiar siempre hay unos mecanismos mínimos, y si no se tienen los resultados no serán buenos.
¿Por qué nos esforzamos en obligar a los alumnos a estudiar algo, si ellos no quieren, no están bien asesorados, no sabemos antes si les gusta o si tienen las capacidades innatas para ese trabajo? ¿Por qué no nos asesoramos todos, padres y alumnos, antes de obligarnos todos hacia un camino con dudas? ¿Cuánto cuesta una buena asesoría… y un año o dos años perdidos en la vida de una persona?