Lo importante de nuestras circunstancias vitales, creo, no es lo que nos rodea, sino cómo vemos lo que nos rodea, lo que forma parte de nuestra vida. Cómo somos capaces de relativizar o no, aquellas circunstancias que siendo buenas o malas, nos rodean por obligación, en nuestra vida. No podemos evitar las circunstancias, pero sí podemos entenderlas y asumirlas mejor o peor.
Nada es perpetuo y además tampoco es seguro que las cosas sean como nos imaginamos que son. Depende de cómo las vemos, o incluso de cómo creemos que las vemos.
Cada situación fija, produce efectos distintos en cada persona, como lo producen un alimento, un sonido o una obra de arte.
Si algo no nos gusta, hay que sopesar si lo estamos asumiendo bien, si podemos mejorar nuestra relación con lo que nos disgusta y si somos capaces de aprovechar mejor lo que nos produce, sea desazón o incluso dolor gozo o alegría.
Parte de la felicidad depende de cómo percibamos lo que nos rodea, más incluso que de cómo sea el ambiente real que nos envuelve. Y nosotros SÍ podemos cambiar nuestras formas de percibir lo que nos envuelve, nos afecta en nuestras vidas.