Las empresas grandes e incluso medianas pero con importantes beneficios, hacen lo que sea para intentar eludir el pago de fuertes impuestos, algo que incluso asumimos día a día sin poder remediar esta ilegalidad o al menos amoralidad. Depende de los gestores que saben manejar las cuentas, el que se cruce la línea de lo ilegal o de lo casi ilegal.
Es cierto que las empresas grandes representan las menos en el total del tejido empresarial propio de España, y que más del 90% de las empresas de este país son Pymes, pero el grueso de los beneficios recaen sobre las grandes empresas, muchas de ellas multinacionales o con accionistas multinacionales.
No me refiero a las empresas muy conocidas, que se cuidan mucho de cometer errores y fechorías, pue saben que esto supondría una pérdida de credibilidad tremenda.
Los modelos contables para intentar jugar con los números son muchos, aunque es cierto que el control que se realiza es también muy alto. La ingeniería fiscal existe, y es complicado detectar todos los modos de saltarse las normas, aunque cada vez hay a través de los juzgados más condenas aclaratorias.
No siempre es positivo pagar pocos impuestos cuando hay muy altos beneficios, en este siglo XXI, pues el dinero en B o Negro no vale para casi nada cuando es mucho. No se puede repartir entre socios sin que salten los peligros.
Así que el trabajo es doble. Lograr pagar menos impuestos de la forma más legal posible, y buscar modos para que esas diferencias sean legales, para poder utilizar el dinero.
Las grandes empresas intentan como primera medida deslocalizar su sede social hacia países con cargas impositivas menores, con independencia de donde realmente hacen su actividad. Pero ni es fácil, ni sale gratis para sus labores comerciales ni sirve en todos los casos.
¿Cómo actúan estas grandes empresas para no pagar lo que deberían pagar?
Todo se basa en la disparidad de tipos impositivos que existen en Europa. Todas las grandes empresas multinacionales (hablamos por ejemplo de Apple, Ikea, Google, el volumen de negocio es abismal, y abisal) intentan tributar en (por ejemplo) Irlanda que en donde en vez de tener que pagar un 30% de impuesto sobre sociedades pagan un 12,5% si son consideradas empresas grandes por Irlanda y llegan a respectivos acuerdos. Esto se está controlando mucho en los últimos años por demandan judiciales.
Voy a simplificar mucho el planteamiento:
1º: Lo que sería normal en cualquier empresa.
Una empresa que vende su producto en España, obtiene un beneficio en España, y por tanto paga el impuesto en España.
2º: Lo que se hace por las grandes empresas con asesores al límite.
En primer lugar se montan tres empresas. Una en España, y dos en Irlanda o en otros países. Empresas interpuestas y diríamos, mezcladas entre ellas. Esto es un primer paso de ingeniería fiscal
La empresa que se dedica a vender el producto o servicio en España se instaura como comisionista o como subsidiaria. Es decir, que los beneficios que genera los pone a nombre 8los traspasa con diversos métodos) a una de las empresas que se han creado en Irlanda.
Supongamos que la empresa en España genera 1.000 euros de beneficio (serían millones pero es para simplificar).
Se entiende que los 1.000 euros son en realidad de la empresa Irlandesa, y que la Empresa Española era un mero intermediario. De estas cantidades 100 euros se quedan en España y 900 se van para la empresa “raíz” en Irlanda. De esta forma en vez de pagar los 1.000 euros al 30%, pagas solo 100 euros al 30% y 900 al 12,5%.
¿Cómo se van a otro país?
Pues por ejemplo, el que se pierdan esos posibles beneficios como gastos subcontratados, reales o no reales.
En España vendo caramelos a 1 euro el kilo. Y los compro a otra empresa (posiblemente mía) a 0,90 céntimos de euro que está en otro país. Los beneficios son pocos para la empresa que compra y muchos para la empresa que vende. Que por cierto esa empresa que es de otro país, no sabemos de momento ni en dónde los compra ni a cuanto los compra.
Podría comprarlos en el País A, desde la empresa del País B, para venderlos al País A a una empresa conocida. Podría comprarlos en el País A a 0,12 céntimos el kilo, para una vez que ya están en el País B empaquetarlos y ponerles su marca, y venderlos a un cliente en el País A a 0,90 céntimos el kilo.
La que compra finalmente en el País A podría adquirirlos a 0,27 en otro proveedor, pero los compra a 0,90 pues esa empresa, la cara que está en el País B, pues le cae bien, y es posible que sea también suya aunque no lo parezca.
Pero aun hay más. En algunos países si tienes una empresa y el titular no es residente en ese país, simplemente no paga impuestos. De esta forma se utiliza la segunda empresa en ese país europeo para gestionar los royalties (beneficios por el derecho de la marca).
Y como en esta segunda empresa el titular no reside en Irlanda, no paga impuestos. Si suponemos que se desvía un 50% del beneficio, la empresa en total estaría pagando solo el 12,5% de 450 euros.
En total, de 1.000 euros, paga menos de 100 euros. Un 10% del total. En la realidad he llegado a leer que este porcentaje de tributación total, puede llegar a ser el 4% a poco que vayan moviendo entre empresas los trabajos y sus beneficios. Una pasada.
¿Cómo solucionarlo?
Pues parece que la solución ya se está negociando, así no estamos hablando de ningún mundo perdido en la nube. La nueva normativa estima un sistema de imputación del beneficio al margen de donde resida el titular o toda esa serie de elementos que solo sirven para eludir el pago.
Es establece un porcentaje del beneficio a un determinado país por variables reales, a saber:
- Un tercio por los empleados. Número y coste laboral.
- Un tercio por activos reales.
- Un tercio por ventas.
De esta forma, si "IPocakea" (empresa que no existe y que empleamos como ejemplo) tiene el 90% de sus empleados (dedicados a vender en España) dentro de España, y el 90% de sus activos en forma de fábricas o de almacenes o de camiones, y genera en España el 100% de sus ventas (lo que es normal) sería:
1/3 * 0.9 + 1/3*0,9 + 1/3 = 2,8/3
De esta forma, los beneficios que se imputan a España serán de 933 euros del total de 1.000, y pagaría el 30% sobre esa cantidad. Mucho más realista.
Claro que todo esto solo se puede basar bajo una normativa europea, pero como digo parece que se está trabajando en ello muy seriamente.
El tema no es baladí, y los países, muy endeudados, están cansados de ver como grandes sumas de dinero se pierden por el mar.
No olvidemos que hay varios sistemas más para blanquear beneficios.
Todos hemos visto tiendas o comercios muy bien situados en grandes ciudades, en locales carísimos que se arriendan entre ellos a precios desorbitados y que sin aparente clientes tienen a cuatro personas trabajando para vender un producto que parece idiota.
¿Cuánto facturas realmente y cuanta facturación declaran? Por la cantidad de gastos que tienen tendrían que facturar mucho, y así es, factura mucho más que la aparente actividad comercial que generan, que se ve al pasar a su lado.
A veces podrían utilizar estos locales comerciales para pagar impuestos en ellos, de unos beneficios que no se producen, controlando los gatos de proveedores si esos proveedores son empresas de ellos mismos.
¿Hay inspectores? Si. Pero también hay muy buenos asesores contables, en España más que en otros sitios, pues nos vimos obligados a tener que aprender por motivos de extorsión económica hacia empresas afectadas y extorsionadas por terrorismo.
¿Sabías que en los EEUU hay un Estado que es literalmente por su sistema de impuestos, un lugar flexible y beneficioso para pagar las empresas menos impuestos? No está considerado un Paraíso Fiscal, pues no lo quieren concretar así. pero hay varios países que sí lo son, y un buen número de otros países que lo parecen.
Y recordemos que no es lo mismo ayudar a evadir impuestos, a que haya países o empresas que ofrecen ayudas a pagar menos impuestos con ventajas fiscales legítimas, asesoradas por profesionales.
Por último decir con toda la rotundidad posible que España es un país con impuestos bajos en relación a otros países europeos, y que los impuestos son los que sirven para la calidad de las sociedades. Sin impuestos suficientes, no hay calidad de vida.