La vuelta al cole en este 2024/25 supone como siempre un reto para los niños y alumnos en general, que deben volver a lo que algunos llaman rutina. No hemos sabido poner en valor la educación, de forma creciente. Nunca debería ser una rutina sino la suma de oportunidades para ser mejores y más libres.
Este año prohibimos los móviles en clase hasta los 12 años, algo lógico y que no se entendería su uso hace unas pocas décadas, sobre todo pensando en la edad.
¿Les dejábamos entrar en clase a los niños con sus patinetes o sus mascotas?
La tecnología es maravillosa, pero como todo, tiene sus usos y no debemos confundirnos con ella. Sirve para lo que sirve, y estropea otras funciones.
En mis años infantiles en los Maristas, nos hacían escribir con plumilla y tinta, y ya existían los bolígrafos y los lapiceros. Pero escribir era un ejercicio casi de dibujar letras, lento y suave para crear una caligrafía que se entendiera. Conmigo no lo lograron.
Por ejemplo se declamaban fragmento de libros de lectura en voz alta, en medio de la clase, para saber hablar en público aunque tuvieras 8 años, para escucharte y modular tus tonos.
Y para estar atento a los demás pues el profesor iba cambiando de alumno que leía en voz alta, simplemente nombrándolo en cualquier momento de la lectura que tenía que ser continua.
Eran otros años, es cierto, pero se sigue necesitando hablar en público y saber expresarse, y también estar atento cuando hablan los demás y a escribir a mano con caligrafía que al menos la entienda quien la escribe.
Hoy hay herramientas que todo esto lo puedan hacer de otra forma. Lo cual no garantiza que esos nuevos modos sean mejores.