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El primer paso para solucionar un problema, es admitirlo. Y todo tipo de adicciones son un problema. Un serio problema que nos resta libertad. Y no estamos hablando solo de las adicciones en forma de drogas más o menos duras, sino de muchas otras adicciones en las que caemos sin darnos cuenta de su poder de robarnos libertad personal a cambio de felicidad artificial.
Pensamos que con ello vamos a ser más felices. Pero no es así. Si eres por ejemplo adicto a las compras, la felicidad te durará minutos, horas quizás, pero no será eterna. Tener más vestidos o zapatos, tener un modelo de cada color..., es necesario? Algunas personas piensan que esa compra va a llenar un hueco que no tienen, o que por tener tal o cual cosa la gente les respetará más. Y no. No es así. Nos mueven en el consumismo desaforado para robarnos nuestras horas de trabajo que vendemos por pocas monedas, a costa de cosas en las que ellos ponen los precios para seguir ganando mucho dinero con la trampa que nos ponen.
Llenar el tiempo vacío en comprar, en tomar el café más caro del bar, no sirve de nada si por dentro sabes que no te beneficia. Que cuando pases la tarde de tiendas y vuelvas a casa llena de bolsas, descubrirás que tienes tres bolsos del mismo color que el que has comprado y dos camisas aún sin estrenar, ¡y acabas de comprarte dos camisetas que estaban de oferta! Has caído en el consumismo programado.
Un 3% de la población padece adicción compulsiva y grave a las compras, según expertos del hospital Quirón.
El perfil del comprador compulsivo ronda los 40 años y afecta en mayor medida a las mujeres.
Este trastorno afecta a dos tercios más de mujeres que de hombres, pero además casi un 40% de los españoles compran más de lo que necesitarían.
Hay casos en los que está adicción sustituye de manera inconsciente una carencia de algo que nos haga feliz o llene nuestro tiempo. No olvidemos que muchas veces, las personas adictas no son conscientes de ello, y cuando se dan cuenta quizás es porqué no tienen una fuente de ingresos que les permita gastar sin parar. Pero las personas con poco dinero también se pueden convertir en compradoras compulsivas sin control, para eso se inventaron “los chinos” los “todo a cien” o las tiendes outlet.
Si empiezas a ver tiendas, pero tú mism@ te planteas, te preguntas en ru diálogo interior: —“Buuuuf si es que tengo de todo”; “ ¿y este trasto para que lo quiero?—. O incluso si buscas algo diferente a ir de compras con lo que llenar tu tiempo, puede que empieces a superarlo.
No olvides que toda ayuda es poca en estos casos y que como decía al principio, tener más vestidos que nadie no te hace más feliz. Quizás es mejor tener un solo vestido y cien amig@s con los que salir a lucirlo.