Todos conocemos a personas que siendo jóvenes y de ciudad han decidido dar el salto a zonas rurales, donde se han asentado, han montado pequeños negocios o simplemente se han puesto a trabajar el campo. Decisiones difíciles, muchas veces mal entendidas en sus propias familias, sobre todo cuando decidieron empezar esta nueva vida en localidad con las que no tienen absolutamente nada que compartir, pues no son sus pueblos de origen, ni de su familia.
Buscan la naturaleza, la tranquilidad, el silencio, el sosiego, incluso el primitivismo social. Algunos de ellos lo hacen dejando atrás buenos oficios, importantes formaciones universitarias e incluso trabajos de una remuneración media o alta. Buscan simplemente la paz interior, integrarse con la vida natural con todas sus consecuencias. Incluido integrarse con una sociedad pequeña en número, donde conocerse sea un activo constante.
Antes de irse, tras tomar la decisión de ir a vivir a una localidad pequeña, hay que dejar atrás hábitos, horarios y rutinas, a veces elementos de tu vida cotidiana, y sobre todo admitir que hay que explicarlo. Debemos estar muy seguros de nuestra decisión. No es fácil tomarla, pero es mucho más complicado volverse atrás.
Es bueno visitar el lugar durante unos meses, todos los fines de semana, antes de terminar de madurar la decisión. Incluso sin contarsela a nadie. Y analizar si es una comunidad que admite aceptablemente a “los nuevos” y que no son sociedades muy cerradas que cataloga de forasteros a los que llegan, incluso pasados varios años. Hay de todo entre las sociedades pequeñas.
Recuerda que cuando te vayas, varias veces echarás de menos tu vida anterior. Esto es normal, es el periodo de adaptación habitual. Mucha veces producto de una cierta soledad en la nueva zona, pues las relaciones no son tan rápidas como se preveía.
Hay que estar activo, encontrar tu nuevo trabajo si no has podido mantener el anterior. Y admitir que además de consumir menos, es posible que también tengan menos actividad económica, menos ingresos.
Al menos tu nueva zona vital debe disponer de lo básico. Una tienda, acceso a las comunicaciones actuales, un médico, una escuela funcionando por si tienes hijos, un local de convivencia tipo bar, acceso no muy complicado a una ciudad por si la necesitas, etc.
Cuando las personas han tomado esta decisión en solitario o en pareja, algo no estaba funcionando del todo bien en su vida anterior. Callarlo no quiere decir que no existiera. Y esa negatividad anterior debe servirnos para reafirmar nuestra decisión si vienen días de dudas. Por algo estamos aquí, por algún motivo tomamos la decisión que tomamos.
Por cierto, decisión que podemos volver a tomar a la inversa, aunque sea complicado explicarla otra vez. Sonríe, nada es para siempre. De momento.
Pero piensa también, antes de irte, que si lo haces por un problema, sea amoroso, laboral o familiar, estarán equivocándote. No se huye por problemas, este cambio no se trata de huir, sino de asentarse en una nueva vida. Por eso hay que planificar bien el cambio, estar seguro de que es una decisión vital y no el fruto de un gran cabreo.
Si no te gusta el trabajo actual que tienen, no es motivo para escapar al campo. Simplemente cambia de oficio o despidete. A la larga te saldrá más barato estar desempleado en tu ciudad que en una zona rural que no conoces.
¿De qué vas a vivir en tu nuevo entorno? Pues hay una lista de posibilidades más conocidas. Puedes trabajar montando tu servicio de carpintería, electricidad, albañilería o mecánica de automóviles y maquinaria agrícola. Puede analizar las posibilidades del turismo rural en la zona. Se puede trabajar en los servicios comunitarios de la zona, bien como voluntario o bien para los ayuntamientos, por ejemplo en bibliotecas o en atenciones a ancianos.
Es muy posible ganarse la vida con el Arte o la artesanía de todo tipo siempre que tenga un sello personal y para ello no se requiere una gran inversión. Puedes trabajar en peluquería, atención domiciliaria, limpieza, venta de productos de alimentación, servicios flexibles y muy variados a empresas que reclaman trabajos en domicilio, trabajos literarios o de traducción, venta por internet de todo tipo de productos grandes o pequeños, o trabajar relacionados con los productos de la zona como pueden ser quesos, embutidos, mermeladas o productos naturales de alta calidad.